Argumento y ejes
Delirios de la vida cotidiana
Argumento
Hay delirios y delirios
Freud inventa la Psicopatología de la vida cotidiana cuando se refiere a los olvidos, lapsus y actos fallidos que él constata ocurren en la vida normal de todos los sujetos. Nuestras próximas X Jornadas de la Sección La Plata: “Delirios de la vida cotidiana” serán una oportunidad para interrogar las diferentes maneras con las que Lacan alude al delirio a lo largo de su enseñanza e investigar lo que Miller llama la despatologización en la época del Otro que no existe, época de los Unos solos.
En sus comienzos Lacan habla de una clínica estructuralista y discontinua que divide aguas entre las neurosis, psicosis y perversión, apoyado en la forclusión del significante del Nombre del Padre. En la psicosis clásica, lo que se forcluye en lo simbólico retorna en lo real vía la alucinación o el delirio. El caso Schreber se convierte en paradigma de la clínica diferencial junto a la insondable decisión del ser que acompaña la forclusión. Lacan propone que en la psicosis el fenómeno elemental es el elemento primero a partir del cual se construye el delirio. Su crítica a la paranoia de Kraepelin se apoya en la“clínica”que lo conduce a ubicar fases, brotes y un desencadenamiento.
El delirio en tanto elucubración de saber adviene como S2 para sacar al sujeto del estado de perplejidad y vacío, otorgando sentido. Todo delirio es un saber y todo saber es un delirio. En esta línea “el delirio esuna interpretación”.[1]
En su seminario 3 Lacan nos advierte “comiencen por creer que no comprenden”.[2]
Todos tenemos alguna cosita en común con los delirantes. Pero aclara, que no tener la locura de todos, es signo de psicosis. Se encarga de precisar que hay delirios y delirios, argumenta a favor de los tipos clínicos y no los pulveriza, de hecho, también nos encontramos con lo que llamamos delirios histéricos u obsesivos.
En su última enseñanza pasa a la pluralización del Nombre del Padre, la forclusión generalizada y la clínica universal del delirio que apunta con el delirio generalizado a que, todos los discursos son defensas frente a lo real.
A partir de la reformulación que introduce en su seminario 20, el parlêtre reemplaza al sujeto del inconsciente y pone en primer plano al cuerpo, que lleva las marcas de las resonancias, los ecos del encuentro con lalengua. Habitar una lengua produce resonancias del afecto en el cuerpo. Se trata de un real indecible que lo simbólico no logra atrapar. Punto forclusivo propio de los seres hablantes. De allí, el esfuerzo por dialectizar este goce a través de la elucubración de sentido del delirio inherente a todos los seres hablantes.
El Nombre del Padre está hoy poco disponible, vemos la precariedad de lo simbólico, la inconsistencia del Otro. Constatamos en la época numerosos arreglos por el lado de las identidades, nominaciones y aquellos que se efectúan en el cuerpo como tatuajes o piercings.
La orientación es por el cuerpo y el síntoma, y la clínica apunta a otro tipo de anudamientos, el síntoma hace de suplencia a eso forcluido. Se trata de lo que no se disuelve de la singularidad del síntoma que marca su diferencia del universal.
Debilidades
Otro de los temas que establecen las líneas de fuerzas que estructuran este argumento es la debilidad mental, para ello recordamos lo que Lacan plantea en El Seminario 11: “cuando no hay intervalo entre S1 y S2, cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea, obtenemos el modelo de una serie de casos”[3]. La serie que establece es la esquizofrenia, los fenómenos psicosomáticos y la debilidad. Casos en donde se constata la tensión entre el significante y el cuerpo.
Recordemos la importancia de la función del intervalo que se introduce a través del juego del Fort-Da y la función que Lacan le otorga a esta primera simbolización de la presencia- ausencia de la madre que decanta en el matema Deseo de la Madre, término que sirvió para localizar el enigma en el establecimiento de la Metáfora Paterna.
Eric Laurent destaca la importancia de este intervalo y retoma el delirio de vecindad[4], donde la hiancia surge en lo real, el intervalo se hace real. viene a intentar localizar, separar el goce que se filtra en lo alejado de la cercanía. Señala, además, la particularidad de la debilidad, ya que en el débil hay un dos que es el cuerpo y esto lo diferencia de la psicosis.
¿Cuál es la importancia de este intervalo, esta hiancia que renueva la causalidad significante en los desarrollos ya establecidos bajo la luz de la forclusión? ¿La opacidad del síntoma, encuentra en esta operación un antecedente de quedar por fuera del sentido? ¿Qué estatuto tiene el cuerpo en esta perspectiva?
Creemos encontrar allí una vía fecunda para investigar una articulación posible entre delirio y cuerpo.
En esta perspectiva, ¿cómo pensar los delirios de la vida cotidiana? Vemos el estatuto de algunas modalidades sociales y elucubraciones actuales que toman al cuerpo como fundamento de una actividad con el rasgo de sin parar. Leemos allí un fenómeno de infinitización que va desde los recitales en vivo, vistos a su vez a través de las pantallas de los celulares, cada uno con el suyo en un intento de atrapar lo vivo de estar allí o el burnout de trabajar sin límites horarios o los empujes en las prácticas deportivas que intentan dominar el agotamiento mismo y desafían los límites del vértigo. Se trata de distintas modalidades de prácticas de goce que podemos interrogar a la luz del tema que nos convoca.
Al respecto Lacan dice en 1974: “Si el ser hablante se muestra consagrado a la debilidad mental, lo hace en lo imaginario, porque se refiere al cuerpo. La suposición que implica el cuerpo es que lo que para el ser hablante se representa no es más que el reflejo de su organismo”[5]. Y Laurent agrega, que el lugar que puede ocupar el débil, es admitir el Uno del cuerpo como única referencia.[6]
Despatologizar, no sin la clínica
En el cierre de la Gran Conversación 2022[7] hacia el próximo Congreso de la AMP Miller se refirió a la despatologización mediante el aforismo que Lacan pronuncia en Vincennes: “Todo el mundo es loco, es decir delirante”[8]. Se refiere allí a que la reivindicación igualitaria se traduce por la “desaparición programada de la clínica”. Los tipos clínicos se han ido sustrayendo del DSM y aparecen “estilos de vida” en vez de las patologías. En Lacan ayer y hoy [9] leemos una preocupación que nos transmite Miller referida a cómo salvar la clínica. Señala que aquella frase de Lacan es la despatologización lacaniana que implica una cierta renuncia a la clínica al considerar que hay un estado primario del sujeto, preclínico, anterior a los modos de fijación de la enfermedad mental. ¿Es que este estado anterior del sujeto denota la relación del parlêtre a lalengua? La enfermedad está en relación con las estructuras psicosis, neurosis, y perversión. Allí enfatiza que es el tema más profundo de la clínica, todos somos iguales frente a la debilidad mental y cada uno de nosotros tenemos nuestro estado fundamental preclínico. Ahí no hay significantes amos ni identificaciones, no hay yo ni Otro. Recordemos que para Lacan lo mental es flotante, incierto, se resbala, es de orden imaginario, podemos decir que la mentalidad falla.
Lo preclínico que deja afuera lo normal y lo patológico ¿es un estado fuera del discurso? Si hay clínica y delirio cuando hay enfermedad, ¿es posible pensar el fuera de sentido, más allá de la esquizofrenia caracterizada por no ser una defensa ante lo real? La investigación que comienza en 1989 sobre las psicosis ordinarias se basa en los pequeños detalles clínicos que remiten a un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto, signos discretos, sin grandes eclosiones, al modo del pequeño automatismo de De Clérambault. Es un claro ejemplo que pone de relieve la singularidad del parlêtre en los desenganches y los enganches, sin dejar de lado la estructura.
Es conveniente dejarnos orientar por la despatologización siempre que conozcamos la clínica clásica y siempre que tengamos este saber como una referencia. De allí la modulación que propone Miller respecto de cómo pensar y cómo operar la despatologización lacaniana.
La práctica con los delirios
Otras cuestiones nos interrogan a partir de la práctica con los delirios, delirios que como situamos extienden la categoría más allá del dominio de las psicosis de donde surgieron. Podemos afirmar que hay psicoanálisis en tanto se establezca la transferencia, se instale el sujeto supuesto saber. Momento clínico necesario que produce la subjetivación y funda el inconsciente intérprete que se asocia a la creencia en el síntoma, que tiene un sentido a develar con el que se podría tratar el goce.
Un antecedente al delirio bajo transferencia lo encontramos tempranamente en la enseñanza de Lacan cuando se refiere al análisis como paranoia dirigida.[10] Se articula al sistema del lenguaje como metonimia de significación. Invitado a tomar la palabra todo adquiere, para el analizante, la tonalidad de la significación. En transferencia la pregunta ¿por qué me lo dice?, se instaura a partir del enigma. Condiciones propias del inconsciente lógico, del inconsciente transferencial, torna ineludible la pregunta ¿qué forma toma la transferencia y qué actitud conviene al analista en la práctica con los delirios de la vida cotidiana?
Al ubicarnos en la perspectiva de la clínica universal del delirio tomamos la conferencia de Miller de 1988 Ironía[11],allí señala que la ironía conviene al analista, la ironía propia de la esquizofrenia. El esquizofrénico no tiene defensa frente a lo real, su ironía va contra el Otro. La ironía ubica de forma cómica que el saber es de los discursos y devela que estos están hechos de semblante. La ironía conviene al analista como modo de soslayar al sujeto supuesto saber y barrar al Otro.
Lacan en su última enseñanza llevó al límite el desnudamiento del concepto de sujeto supuesto saber. Si los efectos no fueron catastróficos sobre la práctica, afirma Miller, es porque restituyó la pasión por la ignorancia, que no es saber nada. Un párrafo pone luz sobre esta cuestión:
[…] Hacer como si no supiera nada es simplemente la condición para que un analista siga interesándose en el análisis y, sobre todo, […] por lo que el analizante aporta al lugar vacío que la ignorancia del analista le ofrece a su invención.[12]
La palabra transferencia no aparece en la última enseñanza de Lacan, sin embargo, nos deja algunas indicaciones, orienta al uso del sinthome, del Uno. El análisis toma un sesgo pragmático y el analista sabe ser objeto, no tiene prejuicios en cuanto al buen uso que se puede hacer de él.
En El Seminario 24 Lacan pone en cuestión la atribución de saber al analista cuando enuncia: “imposible atribuir este saber a cualquiera”[13]. En un giro de ciento ochenta grados ubica con precisión que el saber lo tiene el analizante y el analista lo sigue. Es un analista que sigue el curso de lo real, un analista no estandarizado. El analista dúctil, flexible, versátil, maniobra, se deja enseñar haciéndose herramienta de los arreglos, las invenciones, el bricolage [14] de cada analizante. Modo único, impar, singular de hacer con el goce. Lacan se reprocha en “L’insu…” el haber delirado con la lingüística, propone deshacer con el lenguaje lo que fue hecho por el lenguaje. Podemos poner al trabajo la pregunta que insiste ¿cómo tocar con la palabra lo real en las presentaciones de los delirios de la vida cotidiana?
¿Hay necesariamente que pasar por el delirio de sentido en la experiencia analítica? Si así fuese ¿cómo se sale en un análisis de la elucubración delirante? ¿Cómo opera el analista para que un análisis no devenga un delirio de interpretación?
Creemos encontrar en esta elaboración algunos caminos que los invitamos a recorrer, para dar textura a los delirios de la vida cotidiana que, vía el saber, el cuerpo, no sin la transferencia, vienen a responder en la época del Otro que no existe.
Ejes
- Delirio y saber.
- Delirio, sueño y fantasma.
- Delirios bajo transferencia.
- Delirios histéricos y obsesivos.
- Delirios tecnológicos.
- Delirio y cuerpo.
- Delirio e invención.
Comisión Científica X Jornadas EOL Sección La Plata
- Josefina Altschüler
- Alberto Justo
- Irene Kuperwajs
NOTAS
- Miller, Jacques-Alain: “La invención del delirio”, El saber delirante, ICdeBA, Paidós, Buenos Aires, 2005 pág 95.
- Lacan, Jacques: Seminario,libro 3, Las psicosis, Paidós, Buenos Aires, 2009, pág. 35.
- Lacan, Jacques: El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2010, pág.. 245.
- Laurent, Eric: Estabilizaciones en las psicosis, Manantial, Buenos Aires, 1989, págs. 36-45.
- Lacan, Jacques: “Seminario 22,RSI”.Clase del 10 de diciembre 1974.Inédito.
- Laurent, Eric: Estabilizaciones en las psicosis, Manantial , Buenos Aires,1989,págs. 36-45.
- Miller, Jacques-Alain: “Todo el mundo es loco”, AMP 2024, Revista Lacaniana de psicoanálisis, Año XVII Número 32, Grama ediciones, Buenos Aires, diciembre 2022, págs. 17-18.
- Lacan, Jacques: “¡Lacan por Vincennes!”,Revista Lacaniana de psicoanálisis, Año 8, número 11, Grama ediciones, Buenos Aires, octubre 2011, pág 7.
- Miller, Jacques-Alain: “Presentación de Lacan Redivivus”, Lacan ayer y hoy, Grama ediciones, Buenos Aires, 2022, págs.78-79.
- Lacan, Jacques: “La agresividad en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo veintiuno, Buenos Aires, 1988, pág 108.
- Miller, Jacques-Alain: “Ironía”, Consecuencias, número 7, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento en: https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html
- Miller, Jacques-Alain: Los signos del goce, Paidós, Buenos Aires, 1998, pág. 222.
- Lacan, Jacques: “Seminario 24, L’insu…”, clase del 10 de mayo de 1977, inédito.
- Miller, Jacques-Alain: Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013