Sueño y consentimiento
Rosana Salvatori
“En el sueño inventamos de un modo tan rápido que equivocamos nuestro pensamiento con lo que estamos inventando. Soñamos leer un libro y la verdad es que estamos inventando cada una de las palabras del libro, pero no nos damos cuenta y lo tomamos por ajeno. He notado en muchos sueños ese trabajo previo, digamos, ese trabajo de preparación de las cosas” [1].
De este modo Borges ubica la diferencia entre la invención tejida con los hilos del sueño y el pensamiento que, según Lacan, queda ligado al fantasma.
El “no nos damos cuenta y lo tomamos como ajeno”, al que Borges otorga el estatuto de equivocidad, es el modo en que comienzan los análisis, en la suposición de que el yo sabe lo que dice, antes de hablar como sujeto del inconsciente. El análisis requiere tiempo para que el sujeto se haga responsable de la causa que lo hiende, siempre traumática, el tiempo lógico que se requiera para poder consentir al goce que el sueño comporta y decir con Shakespeare: “estamos hechos de la misma materia que nuestros sueños” [2].
Solo consintiendo a la causa como nombre del trauma irreductible del No hay relación sexual, un sueño puede, por la vía del equívoco, producir “…una invención y no un relato ni una historia” [3].
NOTAS
- Borges, J. L.: “Siete noches. La pesadilla”, Obras completas, Tomo 3, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2011.
- Ibid.
- Brousse, M- H.: “El artificio, reverso de la ficción ¿Qué hay de nuevo sobre el sueño 120 años después?”, El tema. Textos de Orientación, XII Congreso Asociación Mundial de Psicoanálisis: “El sueño, su interpretación y su uso en la cura lacaniana”, https://congresoamp2020.com/es/articulos.php?sec=el-tema&sub=textos-de-orientacion&file=el-tema/textos-de-orientacion/19-09-11_el-artificio-reverso-de-la-ficcion.html
El tramado del sueño
Cecilia Valfiorani
Nos dice Freud que, aún en los sueños mejor interpretados, es preciso dejar un lugar en sombras, ya que se observa que desde allí arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se dejan desenredar. Lo nombra como el ombligo del sueño, límite en el que la trama del sueño se detiene porque no es posible ir más lejos, se trata de un punto de falla en la red.
En ocasiones, en el recorrido de un análisis, un sueño puede funcionar como instrumento del despertar, que permite captar en un relámpago, por un momento, el borde de este agujero de lo real imposible de simbolizar, indicando un corte, una detención al sentido.
M. J. Sota Fuentes en un testimonio de pase relata dos sueños que acompañan el desenlace de su análisis, posteriores al trayecto en el que alcanza a localizar su modalidad singular de goce, dice: “He aquí el Otro que desaparece, sería imposible imputarle la carga de goce que me concernía. Ninguna chance de reeditar el fantasma del abandono del Otro…Inconsistente el Otro, se desvanecía en su real inexistencia (…) Desperté extrañando la ausencia de angustia y mi resignación frente a ese real [1].
Ella lee en estos sueños, que se encontraba “más que despierta” frente a ese real.
Los sueños tejen en sus tramados, anudando hebras que muestran y demuestran, hilos que al anudarse trazan también bordes de agujeros. Indican caminos de sentidos e imágenes, y conducen a silencios, allí donde ya nada puede decirse.
NOTAS
- Sota Fuentes, J.: “Una pena”, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Número 25, Grama ediciones, 2018, pág. 97.
BIBLIOGRAFÍA
- Freud, S.: “La interpretación de los sueños”, en Obras Completas, Tomo V, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2007.
- Sota Fuentes, J.: “Una pena”, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Número 25, Grama ediciones, 2018.
- Lacan, J.; Ritter, M.: “Respuesta de J. Lacan a una pregunta de M. Ritter”, 26 de enero de 1975, Strasbourg, Inédito.