Rothko
Manuel Carrasco Quintana
Alguna vez leí que la obra de Marc Rothko estaba inspirada en una experiencia de su infancia. Un largo viaje en tren al llegar a EEUU había dejado en él una huella imborrable que lo acompañaría toda su vida. Tenía apenas 10 años cuando tuvo que atravesar todo el país para encontrarse con su padre, quien había emigrado un tiempo antesescapando del régimen zarista de su Rusia natal. Durante ese larguísimo trayecto Marc se había pasado gran parte del tiempo mirando el paisaje por la ventanilla del tren, y esa imagen, la del paisaje un poco difuso producto del movimientodel tren, había quedado grabada en su memoria con la fuerza de lo indeleble. La huella de aquel primer encuentro con lo desconocido, una tierra y un destino aún inciertos.
Busqué esa referencia pero no la encontré tal cual la recordaba. Esa historia, también imborrable para mí, aproximauna explicación, siempre incomprobable, de esa obra tan maravillosa e inquietante.
Lacan nombra al trauma como lo inasimilable del encuentro con un real, siempre fallido. Y dice que esta experiencia traumática determina todo lo que sigue, imponiéndole al parecer un origen accidental. Hay una “insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros”[1], apareciendo en nuestras vidas de diferentes formas, a cada paso, ya sea como un síntoma, como un sueño o, constituyendo las bases de un sinthome.
Me gusta pensar que éste es el estatuto de su obra, su modo singular de arreglárselas con ese encuentro con el trauma.
De una cosa estoy seguro, algunos de esos modos pueden ser estremecedores.
NOTAS
- Lacan, J. El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1997, pág. 63.
El sueño de una humanidad sin traumas o el delirio de normalidad
Paula Lagunas
“cada discurso lleva consigo su propia política de tratamiento de lo real” [1]
En la época de las tecnociencias el discurso capitalista ha posibilitado la nueva conjunción entre la ciencia, el mercado y la religión en donde impera una “ideología evaluatoria”[2] que sueña con un ser hablante normalizado, cifrable y estandarizable. Se opone a la perspectiva analítica de los “trumanos”, la cual incluye en su definiciónal trauma y al agujero,que empujan a la irremediable invención sintomática. Y que acentúa que “lo humano es en esencia social”[3].
Los tiempos de pandemia nos enseñaron que la ciencia también puede ser una aliada de políticas proteccionistas de Estado contra el empuje canallesco y negacionista que busca retomar ciegamente la “normalidad”, en la cual la libertad toma la forma del “sálvese quien pueda”.
El psicoanalista, por “su función de intérprete en la discordia de los lenguajes”[4], permanece atento a la subjetividad de su época y son muchos los analistas practicantes que se han puesto a la tarea de inventar dispositivos y modos de acompañamiento singulares y creativos. Orientados por una ética y lejos de la comodidad y la ilusión del soñante, enfrentan la incomodidad cotidiana de articular las normas con las particularidades y construir respuestas posibles frente al malestar.
BIBLIOGRAFÍA
- Esqué, X. “Prólogo”, Laurent, E. Estamos todos locos. La salud mental que necesitamos. Edición digital: RBA Libros, Barcelona, 2018, pág. 4.
- Óp.citn° 1, para un enriquecedor desarrollo del tema.
- Miller, J.-A.: “Los Trumanos”. En: Textos de orientación Congreso AMP 2020. También publicado en El ultimísimo Lacan., Clase XII, Paidós, Buenos Aires, 2013.
- Lacan J, «Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis», en Escritos 1, Siglo XXIBuenos Aires,1985, pág. 309