Quisiera comenzar mi exposición agradeciendo la invitación a los integrantes de la Secretaría de carteles, muy especialmente, a María Laura Errecarte, quien me ha brindado la posibilidad de compartir un espacio de trabajo analítico con cada uno de los aquí presentes.
En esta ocasión he sido convocado para transmitirles, desde una perspectiva testimonial, cómo llegué a escribir mi rasgo de trabajo en el dispositivo del cartel.
Para poder hacerlo, deberé confesarles que tengo con dicho dispositivo una relación muy particular, diría más bien, ambivalente. Podría decirles que al cartel lo amo y lo odio a la vez. En más de una oportunidad me ha hecho experimentar ese afecto que Jacques Lacan denominó bajo el neologismo odioenamoramiento. Y digo que ha sido así porque el cartel me ha obstaculizado la posibilidad de desarrollar el goce del bla bla bla.
Como es sabido, la Jornada de carteles es la oportunidad que tiene el cartelizante de presentar su producción individual. Pero esta misma ¡no deberá superar los 3000 caracteres! Es una apuesta por la reducción que no deja de generar problemas en aquellos que, como yo, tienen un gusto particular por la ampliación significante, vale decir, por enunciar siempre lo mismo de diversas maneras. Por esta razón, siempre me he sentido más cómodo en otros espacios donde, al tener que preparar una clase o una ponencia, uno tiene la posibilidad de explayarse un poco más.
Ahora bien, así como les confieso la incomodidad que el cartel me genera, también debo decirles que, por mi transferencia a la Escuela y a la enseñanza de Lacan, nunca renuncié a dicho dispositivo. El cartel me acompaña desde los inicios de mi formación y, seguramente, me seguirá acompañando por mucho tiempo más. Pero… haber hecho, e inclusive varias veces, la experiencia del cartel, no significa que siempre haya sido un cartelizante. A mi criterio, no es lo mismo participar de un cartel que asumir una posición cartelizante. Y considero importante resaltar esta distinción.
Uno pasa de la posición de participante a la posición de cartelizante cuando llega a escribir su rasgo de trabajo. Y en mi caso esta operación de escritura se produjo cuando pude abandonar el estado de la cuestión (fase inicial de toda investigación, donde uno puede conocer el saber teórico acumulado y repetir lo que se ha dicho antes sobre una temática a trabajar) para pasar a singularizar el interés por el tema seleccionado, vale decir, cuando pude identificar, no sin la ayuda del más uno, de qué manera estaba comprometido en los temas que tanto me acuciaban.
Ahora bien, cuando esto se produce, el saber teórico referencial empieza a vincularse con el saber textual del inconsciente, y la investigación, de esta manera, deja de ser un aprendizaje
donde uno está a distancias del saber, para pasar a transformarse en lo que Jacques-Alain Miller denominó «… una búsqueda de sí mismo en la elaboración de saber» [1].
Participante ≠ | Posición Cartelizante |
↓ | |
Escritura del rasgo propio | |
↓ | |
Saber referencial ◊ Saber textual |
Cuando uno identifica ese rasgo, lo que hay de sí mismo en lo que se quiere saber, ese rasgo, ese sí mismo, se convierte en un partenaire, se convierte en el elemento con el cual el cartelizante jugará su partida en el dispositivo del cartel. Así sucedió en mi última experiencia. Llego al dispositivo con una cita de Lacan extraída del Seminario 22. Le transmito al más uno tanto las confusiones, que dicha cita me generaba, como así también las diferentes elaboraciones que, sobre esa cita, se habían hecho en nuestra comunidad.
Me responde de la siguiente manera: «Lacan dijo que cuando uno se hace una pregunta es porque ya tiene una respuesta. Quisiera que compartas con nosotros cuál es tu respuesta, esa que, a su vez, tantas confusiones te genera».
Como podrán apreciarlo, el más uno no le dio tanta importancia a la pregunta sino al lugar desde donde yo mismo me hacía tal pregunta. Y ese lugar se corresponde, en este caso, con el análisis personal. Al transmitirle mi respuesta surge una conversación donde me encuentro ubicando un problema, un impasse, en mi propio caso. Es en ese preciso momento donde algo de lo propio, algo de lo no resuelto, y de lo no sabido, me encuentra causándome el deseo de resolverlo por medio de una elaboración de saber.
Aún hoy lo sigo considerando uno de los momentos más fecundos de mi formación, pues por momentos me permite dejar de repetir lo que dicen otros para empezar a orientarme por un hilo propio. Muchas gracias por su atención.
Sebastián Llaneza
NOTAS
- Miller J.-A.: «Clase inaugural del centro Descartes» (1992), en: Conferencias Porteñas. Tomo II, Paidós, Buenos Aires, 2009, Pág. 144.