Noche de biblioteca
Reseña Actividad 24 de Abril de 2019, EOL Sección La Plata
L´esprit
Ed è subito sera
Sumergidos en esa oscuridad todavía, el Witz chispa de lenguaje encendida en la ciudad analítica no disuelve la amargura de la pérdida, pero nos devuelve algo del esprit y su ambigua ligereza: espíritu, alma, ingenio, gracia, agudeza, pero también astucia, malicia, picardía, hablamos de Germán García.
Tres voces que le fueran tan cercanas, Graciela Musachi, Cecilia Fasano y Juan José Becerra en el umbral de esa noche de abril cuidadosamente preparada, hicieron vivir el trait d´esprit, el rasgo de espíritu efecto de su nombre. Junto a Sonia Beldarrain, oficiante anfitriona que se dio la tarea en la apertura de dar comienzo a las actividades de la biblioteca para este año, memorando a un mentor de bibliotecas, él mismo una biblioteca. Mezclados sobre los estantes y asomando desde lo alto de la biblioteca los libros de Germán hicieron de telón que obliga a no poder pronunciar su nombre sin hacer mención del libro.
En el planeta García, como se sabe, la atmósfera es libresca, pero no en el sentido erudito. La voz erudita, precisa Claude Jaeglé en “Retrato silencioso de Jacques Lacan”, hace gala de la sobriedad enunciativa, se referencia en el saber escrito desafectado de la experiencia personal y por sobre todo da prueba de la seriedad de los enunciados al borrar toda teatralidad de la enunciación. Nada más lejos como se verá del esprit que nos ocupa.
Esto no es un homenaje
La bruma fúnebre que infunden los homenajes será disuelta por Graciela Musachi con su Witz, serán más de uno. Así es que “esto no es un homenaje, ni una pipa, ni mi madre”, porque el problema con los homenajes, a los muertos, Borges lo decía y Musachi lo recordaba, es que embellecen a las personas. La enumeración disparatada del Witz inicial, al enfatizar la negación consigue otro efecto, horadante, creando a la vez el espíritu en fuga. Como enseña el lingüista, vía el pintor, la palabra homenaje no homenajea.
Se trata del nombre, subraya Musachi, porque la muerte no es otra cosa que convertir a quien se va con ella finalmente en un nombre del que se podrá decir… De allí que se pueda repasar lo aprendido con Gorgias y su “Elogio de Helena”, se podrá decir el elogio como su contrario, se podrá decir, sin saber si el tiempo trascurrido es el adecuado para decir, se podrá decir para… nunca será más que lo último que se diga. El efecto sofìstico, destacado por Musachi, revela que el nombre es un efecto del decir y su voz (la del nombre) tiene eficacia, la misma que la de la cita.
Un polemista alborota la escena universitaria
Era 1986, el lugar la Facultad de Derecho de nuestra ciudad en el ocaso de la primavera alfonsinista. Un conferencista de porte pequeño aumenta su talla, se agranda cual pugilista con la palabra, causando un verdadero tole tole. La mise en scène relatada por Cecilia Fasano, hecha de bravata verbal finamente direccionada, asesta un golpe allí donde no se lo esperaba: el lugar de una progresía académica y su cohorte de simpatizantes, al cuestionar “las aventuras del bien social” que redunda en programa sanitario con el filo cortante de un psicoanálisis “dicho de otra manera”.
Testigo y parte de la escena junto a otros también presentes, Cecilia recoge por escrito el saldo del tiempo de comprender, jalonado por su experiencia de análisis con Germán García. Un psicoanálisis dicho de otra manera no alienta revoluciones, ni menos se demora en fútiles restituciones conservadoras, será el envés que subvierte con una enunciación potente al agente mismo pretendido indiviso.
Entonces el comediante
El poder de la omisión, recordaba Juan José Becerra, tanto en lo que decimos como en lo que elegimos no decir, produce operaciones sobre el propio hablante, las que estaban destinadas al otro. El sujeto recibe su mensaje. Así es como el lenguaje muestra su costado de uso que puede actuar en nuestro favor, en ocasiones, para mantener vivo para uno al no dar noticia a otro sobre una muerte.
Un púgil en el uso del lenguaje como García, no descansa en el hábito que se sostiene en un ritual, explota la potencia del discurso y la produce en acto, (Con-textos N° 6). Becerra se aprovecha de la metáfora pugilística en el terreno verbal, para hacernos la pintura de un Germán que se distancia de toda desabrida polite esmerada en dejar fuera de juego los golpes de puños del vocablo, el cuerpo a cuerpo de la entonación, que hasta incluso con su aptitud de comediante ensayaba variaciones escénicas propias de la lucha libre, montando coreografías, valiéndose de todo tipo de máscaras.
El comediante calca el paso del duro de Humphrey Bogart (otro boxeador), Germán García y Jacques-Alain Miller enfilados ensayan el tranco de Bogart representando una de policial negro, escena desopilante recordada por Graciela Musachi entre las muchas que cada quién pudo evocar esa noche, las contadas, las que no fueron contadas y las que seguiremos contando. Afectado por un particular empuje a la escritura que supo transmitir, al decir de Goethe l´esprit avanzaba enmascarado (Musachi dixit), “misógino”, “maestro”, “antimoderno” y más… El oro, el desecho y el vacío que circulan en nuestras ciudaldeas analíticas, figuras extraídas por Germán García de “El arrancacorazones”, la novela de Boris Vian (en el recuerdo de quien escribe esta nota), serán la materia de lo que se dice y se escribe en psicoanálisis, pero para arrancar del mordaz arrullo adormecedor.
En francés el termino alemán Witz ha sido traducido como trait d´esprit (trazo-rasgo del espíritu) o mot d´esprit (palabra del espíritu) algo que nos anoticiamos leyendo el seminario de Lacan. Que éste prefiera la primera traducción, y nos deje en el suspenso de las razones, abre una zona del espíritu no del todo atrapable por la palabra que se abre paso como rasgo, trazo de letras, que Graciela Musachi hiciera sonar en el final: GG, hasta su próxima risa.
Gabriela Rodríguez