El escabel de La Plata- Revista de Psicoanálisis
Número 2 – Año Cero 2019
Escabel, patriarcado y después…*
Por Gabriela Rodríguez

Con el título «El patriarcado en cuestión» el segundo número de El escabel de La Plata, (revista de la sección-EOL de esa ciudad) borda una interrogación sostenida en torno al patriarcado vuelto cuestión a la vez que cuestionado, se verá por qué la metáfora del bordado.
Abandonando el tono de lamento del «Padre, ¿por qué nos has abandonado?», que como Osvaldo Delgado observa conduce al sacrificio, el número parte de la «evaporación del padre» anticipada por Lacan en 1968, lo recuerda Ana Piovano, a poco de las revueltas estudiantiles de mayo y en respuesta al jesuita Michel de Certeau. La evaporación indica, además de su estado gaseoso, que la partida ya no será jugada en el campo llano de lo simbólico sino en el terreno accidentado del goce, huellas, cicatrices y hasta queloides. «¿Cómo entender en tiempos de declinación del pater, la fuerza con que se presenta en la trama discursiva [del discurso social] el cuestionamiento del patriarcado?» (Cristina Coronel, Editorial), pregunta insistente entre los textos que escribe ciertamente una paradoja.
«El fin del patriarcado ha ocurrido y no por casualidad» anunciaba en 1996 el colectivo de la Librería de mujeres de Milán, «ha durado tanto como su capacidad de significar algo para la mente femenina», afirman, vale citarlas, y agregan el fin del patriarcado no es una cosa de risa: interrogar los efectos de su derrumbamiento, sea en el orden político, sea en la potencial reinvención de una masculinidad librada del dominio sobre la mujer, sea sobre las posibilidades de transformación de las existencias femeninas de destino en proyecto propio, será la tarea que ha de emprender el feminismo que vendrá, sostienen ellas, tarea que leyendo este número de la revista El escabel… no dudaríamos en reconocer en sus vecindades con el psicoanálisis.
Pero no tan rápido, el final del patriarcado se vuelve signo de una realidad que cambia, de un simbólico muerto de risa, el post-patriarcado que este fin anuncia, en todo caso, alude a una nueva constelación de poder que reparte nuevas duplas en remplazo de aquella de la víctima y el opresor cara a la economía patriarcal, en otras tantas duplas menos reconocible. Hoy como ayer no siempre pegada a los géneros vueltos etiquetas a intercambiar, ni la palabra «dominio» ni la palabra «opresión» aciertan en dar cuenta de las relaciones entre hombres y mujeres, «yerran absolutamente el blanco», dispara Graciela Musachi desde estas páginas. Las sentencias arrojadas por la Librería de mujeres, de las que me valgo en contrapunto, sin duda resuenan en los textos escritos en este Escabel, sin pasar por alto los contraste entre los hemisferios, aunque ambos occidentados, dijimos se trata de accidentes, en escala diversa, afectados de una heterocronía que desafía la llamada globalización cuando todavía se entona y con fuerza en este, nuestro hemisferio, ese: «abajo el patriarcado, ¡se va a caer!, ¡se va a caer! …», sin preguntar arriba de quién se caerá. Sobre la cuestión, del patriarcado, en la revista se señala oportunamente que el término no proviene de nuestro campo, que se aísla como significante de la época que marca especialmente la escena local. Se ausculta su etimología, usos y acepciones en los diccionarios. Se repasa el valor que asume en otros discursos, la antropología a la cabeza, se precisan ciertas formulaciones que le son contiguas: «el paternalismo». Haber naturalizado lo que se tomó por «invariante antropológica» hasta que hizo ¡plop! y «su ocaso se aceleró por intensificación del capitalismo», Miller dixit en la contratapa del Seminario 6, suscita paradojas que son expresamente tematizadas.
Una vez que el patriarcado es puesto en cuestión, la cuestión de lo femenino toma otro cuerpo, incluso y hasta la formulación de un goce adjetivado como femenino -vuelto modelo del goce en cuanto tal, según se extrae del Curso de Jacques Alain Miller «El ser y el uno»- se sigue de esa puesta en cuestión en clave analítica como ir más allá del padre, de su tedioso «magisterio sexual». Pero ¿por qué ya no satisface el padre?, la pregunta es articulada en varios de los textos, no sin polémica, resalto en este punto el texto de Gerardo Arenas sensible al llamado a un aggiornamento impulsado por Miller, donde se señala los riesgos de una nueva gravitación. ¿Es posible deshacerse del padre?, colectar sus «bellos restos» y otros que no son tan bellos, distinguir lo que es «ideología edípica» de lo que se erige como «real no familiarizable», precisado por Miquel Bassol, o dicho de otro modo el paternalismo versus lo real, al decir de Lito Matusevich, no hace más que constatar que el padre de familia, ese que trabaja (o trabajaba) para mantenerla, en las sociedades que llamamos modernas se le asigna un papel menor (Lacan, Seminario 17) aunque pueda aparecer eventualmente como un villano. Una actualidad desnuda la ferocidad del «padre sin Nombre», según la expresión de Gustavo Dessal, que atiza un fantasma sadeano en el que el verdugo se hace instrumento.
La feminización del mundo, tópico si los hay de este número, no es otra cosa que el incesante deslizamiento del padre a la mujer, aunque como aclara Silvia Salman aquella feminización no se confunda con lo femenino, «la primera cuestiona al padre para ocupar su lugar, el segundo lo problematiza para ampliar sus límites y traspasar sus bordes», por eso no deja de sorprender que la dama que como dice la canción é mobile (se mueve), ese movimiento la pueda llevar a tomar semejante relevo. Una hipótesis aventurada, cuando no mal intencionada ironizaría: si Edipo pudo ser un sueño de Freud -Lacan lo hizo ver- luego de cada analizante, el patriarcado pudiera ser un sueño feminista, al menos de cierto feminismo.
Lo que queda del padre, después de la fenomenal «revisión iconoclasta» emprendida por Lacan en su enseñanza, decanta en una definición mordaz (Seminario 19) cuando el padre es reducido a lo que «impresiona» y en eso va la transmisión de la vida, algo para lo que no hay modelo. Un vector de sentido único, despejado por Verónica Escudero, no deja margen para las nostalgias, de la dignidad del patriarca a la dignidad del sinthoma.
Como epílogo prolongación de la acción que pone al patriarcado en cuestión, el bordado paciente del trazo que recrea un linaje femenino al decir de Fernanda Castell -artista escogida como escabel de este segundo número-, permite figurar la caducidad de la forma ejemplar, la evaporación del pattern. Un sin patrón que hace bordado traslada algo del cuerpo a otro soporte, hace trama con aguja e hilo haciendo aparecer formas tras la puntada.
Claro que tejer no es solo un asunto de damas, lo es también de las palabras con las que bordar su límite…
*Presentación de Revista El escabel de La Plata, N° 2 «El patriarcado en cuestión», en las VI Jornadas de la EOL-Sección La Plata, «Interpretar la violencia». Mesa: «En los límites de la palabra», noviembre, 2019. Ver texto completo en: http://www.eol-laplata.org/blog/index.php/escabel-patriarcado-y-despues/