Miércoles 22 de Septiembre de 2021, 20:00 hs.
Parte III – “El no-todo en la última enseñanza de Lacan”
El pasado miércoles 22 de septiembre tuvo lugar la tercera y última Noche de Directorio del año. Con la coordinación de Christian Martín, se reunieron a la conversación Gabriel Racki por la arista epistémica, Mariano Peiró por la clínica y Eduardo Suárez por la arista política para trabajar alrededor del no-todo en la última enseñanza de Lacan.
I-
Comienza su exposición Gabriel Racki con un trabajo titulado “Ventilación”. En el primer apartado, El no-todo como brújula, retoma el eje de trabajo propuesto por el directorio para las próximas jornadas de la sección: El no-todo y el analista. Gabriel sitúa que “si el ser parlante por tendencia, desde Freud, arma una defensa contra la representación sexual inconciliable, o en términos de Lacan, contra el parasitismo fálico; es decir que el ser parlante habita, se estructura, se sexúa, y padece al ritmo del jaqueo del goce fálico, entonces es un corolario casi natural que se estudie la incidencia analítica, no desde el propio espacio donde el parlante arma su defensa sino desde la zona enigmática nombrada como no-todo”.
En su segundo apartado, hace un recorrido por algunas “verdades o intuiciones primeras”. Por ejemplo, no confundir el no-todo con la moderación, con la incompletud, con una totalidad amputada, con la falta. Dice Gabriel: “no se trata de decirle al analizante, “no todo, modérese, no se extralimite””. Se trata de otro régimen, otro baile, que el baile falo-castración. Una cosa es pararse en el lugar del no y la prohibición y otra, en el lugar del veto a la función defensiva todista.
Otra intuición es que en la medida en que Lacan va sacándose el lastre del padre y la prohibición, lo que entraña una grieta es el goce mismo, “el goce mismo agujerea, el goce mismo entraña una pérdida progresiva para funcionar y, no necesita de un padre que prohíba.” En la última enseñanza eso es trasladado al agujero, a la ausencia de la relación sexual.
En el último apartado realiza un gran recorrido en torno a la fórmula de “Ventilación Afectiva”, del que tomaré tan solo algunas de las referencias que Gabriel desarrolló. Una se sitúa en la última clase del seminario 21 cuando Lacan dice que “una mujer conserva un poquito más de ventilación en sus goces, que está menos ahuecada, que esa relación al inconsciente que tiene el hombre” (que antes había definido como hecha de un saber disarmónico, parasitario, fastidioso, que extiende sus raíces lejos del cuerpo). “Quien no se enamora de su inconsciente, yerra” finaliza en esa clase Lacan, quiere decir entonces, enamorarse de este inconsciente menos ahuecado, que ventila el parasitismo fálico.
Otra referencia que trae Gabriel se encuentra en la clase del 26/2/77 del Seminario 24: “la cuestión es saber si sí o no el afecto se ventila con palabras, si algo sopla con esas palabras que vuelve el afecto inofensivo, es decir, que no engendra síntomas”. Ventilar el afecto es que en lugar que la palabra engendre síntoma como una pura maquinaria de sustitución pulsional, las palabras se orienten en una relación de amor al saber inconsciente.
Finalmente, en la clase del 10/5/77, retomando el inconsciente del seminario 20 como enjambre de unos, desierto con un paquete de unos que no se dirigen al Otro sino que afectan el cuerpo, Lacan se pregunta, ¿cómo de eso se engendra un saber? Es allí donde Lacan va a decir: “lo no sabido que sabe es el amor”. Es el amor lo que arma una ligazón de saber a partir de unos solos. Esto, sitúa Gabriel, produce un sentimiento de uno, donde hay multiplicidad y enjambre. La práctica del psicoanálisis, dice, no sitúa al amor ni por amor al Otro que sabe, ni por amor al agente de castración. El inconsciente mismo como saber equivale al amor. Esto también puede designarse como ventilación. “Es un invento notodista porque no tiene como fondo un saber todo previamente inscripto en algún Otro, y porque repercute como goce en el cuerpo, el goce o entusiasmo de inventarse algo, al mismo tiempo que se veta algún universal.”
II-
Prosigue Mariano Peiró quien parte situando el nudo y el no-todo. Cómo luego del seminario 21, imaginario, simbólico y real se anudan por una lógica no-todo. Es decir, ningún registro es más importante que el otro, no se puede decir nada común entre ellos, son incomparables, sin un todo que los agrupe. Dice Mariano: “aquí el imaginario descubierto por Freud como narcisimo, es un imaginario sin relación con signos o señales, ni ningún simbólico. Es solamente una consistencia. Y también sin ninguna relación con lo real. Y lo simbólico es lalengua que destruye lo imaginario. No tiene relación ninguna con él. (…) Aquí ninguna imagen se significantiza ni ningún significante se imaginariza. Sin embargo, anudando de determinada manera (la famosa “de la buena manera”) podemos establecer algo en común entre cosas que no la tienen en una lógica binaria, de todo y excepción.”
En el siguiente apartado, sobre el acting out, el amor de transferencia y el deseo del analista, Mariano retoma entre otras referencias, algunos de los desarrollos de Lacan en el seminario 10, donde sitúa un antecedente clínico importante de la dimensión real de la transferencia en su abordaje de casos de acting out. Allí, dice, Lacan nos habla de la transferencia salvaje, de la dirección de acting out al analista, del fracaso de lo imaginario y de la interpretación simbólica, donde no sirve decirle al paciente que se lo quiere, o que no se haga daño. Algo distinto se podrá hacer, dice Mariano, pero Lacan lo mediodice con la fórmula de algo que está articulado pero no es articulable, de algo que está en la estructura pero fuera del lenguaje. Así afirma Lacan: “Fórmula que si bien no demuestra mejor su eficacia quizá sea tan solo porque no es articulable, pero esto no significa que no esté articulada, es “yo te deseo aunque no lo sepa” allí donde consigue por inarticulable que sea, hacerse oír, esta es irresistible.” Mariano se pregunta: ¿Qué produce en un paciente en acting out esa certeza insondable de algo más genuino, de que sus palabras fueron realmente escuchadas? Ese te deseo aunque no lo sepa, muestra rápidamente el efecto de terceridad, algo cuya autenticidad escapa a la relación dual.
A través de una viñeta clínica concluye: ¿No es un deseo articulable a un amor real lo que posibilita esos efectos de apaciguamiento, estabilización, mejoría? ¿Qué es lo real del amor sino un goce que emerge de la posición del analista y que a veces se transmite en el analizante?
III-
Eduardo Suárez centra su exposición en la relación del no-todo y la política, recordando cómo desde el 2017 se incorpora la política como campo de intervención del analista, y no sólo desde la red Zadig sino como algo que se incorpora al trabajo de las escuelas. Sitúa en el campo de la política una crisis de la democracia representativa. Síntomas de credibilidad en el discurso democrático, de autoridad, de gobernabilidad, que producen efectos claves para el psicoanálisis, que refieren a los regímenes identificatorios, que vienen a responder a esa crisis.
Eduardo refiere que con la evaporación del nombre del padre, habría un cambio de registro (porque el padre produce una segregación en su funcionamiento, pero simbólica.) Hoy, dice, “lo social deja ver su cara real, al colectivizar a los miembros por una determinada manera de gozar pero que tiene como reverso una función segregativa. Por diversos que sean los universos en que se fragmenta lo social, pasa algo más, que a cada identificación perdida, a cada una le va a corresponder una aspiración a nuevas identificaciones pero que se sostienen sobre la base de una segregación. Que es una segregación distinta porque empuja a materializarse.” Esto afirma, se ve en los discursos que intentan instalar esas nuevas identificaciones con un matiz de promesa a algo que se perdió y esas identidades no son simplemente afirmadas sino reivindicadas y enunciadas como conquistas. Tanto del lado de los populismos que basan sus campañas y su triunfos electorales en las utopías de refundación de la identidad de pueblo, como las derivas neofascistas de muchos movimientos identitarios.” Sin embargo, prosigue, del lado de las identificaciones algo permanece, que no se evapora, la necesidad del parletre de ser parte de Otro, un Otro que lo reconozca como ser hablante, pero también en la medida en que el ser hablante está habitado por un goce, la tendencia gregaria es ya la necesidad de que el goce reciba un tratamiento.
Por último, retoma con Marie Helene Brousse, las palabras de Lacan en Aún de no transformar el no-todo como consigna o esperanza, “se desvanecerá entonces inmediatamente, el silencio le va tan bien”. Y concluye Eduardo: “ La experiencia del no-todo que nos interesa (para ver cómo incide en la política) no se trata del goce del buen vivir o de como sentimos sino que se trata de una operatoria, de una eficacia, vez por vez, la capacidad de disolver el efecto de universal, de universo, y la pendiente segregativa. Tenemos además la exigencia de inventar un saber sobre eso. Y hacernos responsables de seguir sus consecuencias”.
La conversación prosiguió con preguntas y comentarios del público, y la renovada apuesta al trabajo que nos encontrará finalmente en noviembre en las Jornadas sobre “El no-todo y el analista”.
Estefanía Bonifacio