Miércoles 13 de Marzo de 2019, 20:00 hs.
El pasado 13 de marzo tuvo lugar en la sede de la Sección la primera noche de Directorio titulada “La interpretación al pie de la letra”.
La coordinación estuvo a cargo de la directora, Paula Vallejo, quien enmarcó la actividad señalando la apertura de un año de trabajo bajo el tema “la interpretación en psicoanálisis” y ubicando la elección del tema en perspectiva hacia el próximo Congreso de la AMP “El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana”, a realizarse en la ciudad de Buenos Aires del 13 al 17 de Abril de 2020.
Refirió como una “apuesta” del Directorio la decisión de invitar, cada noche, a un “no-analista” con quien conversar sobre su quehacer, y del cual esperar una cierta función de “extimidad”, con la idea de que su aporte pueda “descompletar el saber ya sabido”, y servir de “relevo” para volver a los textos psicoanalíticos. Hizo alusión aquí a algunos textos en los que se recorta la figura del no-analista para Lacan: “Discurso de la Escuela Freudiana de París”, que Lacan redactó en el año 67’ –publicado en el ´70- para debatir lo propuesto en la “Proposición…” sobre el pase y “Acta de fundación”, en la que recogió esa figura y declaró el interés para la Escuela de aquellos que, «psicoanalistas o no, mantienen con el psicoanálisis una relación de interés e interrogación”. Por ello, manifestó que no debía pensárselo como una categoría sino como un modo de mantener abierta la pregunta que pone en cuestión el ser del analista.
Antes de pasar la palabra a los invitados, se hizo mención a la figura que acompañó la difusión de esta primera noche, una escultura en forma de N -en exposición en la sala- obra de Sergio San Martín. El autor realiza objetos de arte con basura que junta de diferentes lugares. Un modo de hacer arte con los deshechos.
Entre los invitados, contamos con la agradable y discreta presencia de Guillermo Beilinson, a quien se le agradeció especialmente por la conversación mantenida como preparatoria a esta noche. Lector cotidiano y transmisor de la Torá -texto sagrado del judaísmo- desde hace más de 30 años, Guillermo prefirió ser presentado como traductor. De forma clara y simple hizo referencia a los principales fundamentos del judaísmo, la relación al libro sagrado y la lectura de ese texto. Redujo el tema a algunos puntos que propuso tratar bajo el término “filosofía” para facilitar un entendimiento, aclarando que la Torá no es una filosofía, sino una “enseñanza”. Resaltó que, respecto de este libro, se trata de “explicar”, desplegar algo que está allí.
Refirió la necesidad de un “cambio de paradigma”–en similitud a Copérnico-, en tanto el centro no es el hombre y su voluntad, sino que está allí HaShem, que en hebreo significa “El Nombre”. Es HaShem el creador del universo y está en cada cosa que decimos. El hombre no tiene pensamiento propio, es la voluntad de HaShem la que se manifiesta. Esa es la esencia del sentido de la vida del ser humano.
Todo esto se transmite en un texto, la Torá, a la que define como un telegrama donde se establecen los caminos necesarios para que el ser humano pueda ser consciente de HaShem, existente que es necesario explicitar. Y para aceptar esta explicitación hay que tener fe. Resultó interesante la referencia a una “individualización”: una relación diferente de cada uno con HaShem. La conciencia de HaShem es diferente en cada uno, es una “experiencia personal”.
Explicó que el texto de la Torá es un rollo (de pergamino) que no tiene puntuación, separación entre palabras: “Es como un ovillo que tiene todo y uno va haciendo la explicitación”, como la “extracción de un hilo de algo que existe”. Está todo allí en potencia. Y quienes explicitan reciben la información de HaShem para hacerlo. Hay una “tradición” que indica cuál es el significado y sin la cual sería imposible leer ese texto.
Dijo, incluso, que el cambio de una letra puede destruir un mundo, porque puede cambiar radicalmente el sentido y eso cambia completamente la Verdad de la Torá. Por eso es necesaria la tradición, para estar guiados por la voluntad de HaShem.
El siguiente invitado, Eduardo Suárez, miembro de la EOL Sección La Plata y de la AMP, tituló su trabajo “Esos que no te hablan”. Inició su exposición haciendo especial mención al intercambio mantenido como preparatorio de esta noche, al que calificó como un método de trabajo.
Partió de una referencia de Jaques-Alain Miller en “La interpretación al revés” -de 1995- y tomó una viñeta clínica, para precisar desde allí la interpretación analítica como “extracción de una palabra del discurso del paciente”, lo cual implica una apuesta analítica que interroga también la posición del analista en tanto “pone el cuerpo” a ese acto de “puntuación” y “corte”. Insistió de diferentes maneras en que nuestra práctica “parte de aislar lo que hay de escrito en la palabra”, resaltando que no trabajamos sobre un escrito sino sobre la palabra pronunciada. Hizo mención a algunos textos y citas que dan argumento a lo planteado, sosteniendo la pregunta acerca de cómo con la palabra se toca lo real, con una orientación de lectura de la interpretación “al pie de la letra” y en contra del cifrado del inconsciente. Refirió a “La instancia de la letra en el inconciente” como ese momento en que Lacan descubre la escritura en la palabra misma. Trajo una cita del Seminario 19, recortando allí la letra como el lugar donde se aloja lo reprimido. Nueva noción que no solo involucra el final de análisis sino una dimensión del inconsciente de entrada comprometida con lo real.
Por último, tomó la palabra Fabián Naparstek, miembro de la EOL y de la AMP, quien comenzó su exposición resaltando el lazo del tema propuesto con el título que convoca al próximo Congreso de la AMP sobre el que está especialmente trabajando. Retomó algunas cuestiones planteadas por Guillermo Beilinson, y recordó la cita del Seminario 17 que acompañó la difusión de esta noche. Señaló a partir de ella, el “lazo parecido” que los analistas compartimos con los judíos en el hecho de ir al libro, a una página, a una cita, subrayando el “saber leer” y recordando a Miller en “Leer un síntoma” donde liga el “saber decir” y el “saber leer”.
Se detuvo en el aspecto “lectura”, con algunas referencias dio especial relieve a la cuestión de la “puntuación”, también mencionada por Beilinson. Ubicó que la lectura implica un “hablar sobre el texto” y recomendó el libro Historia de la lectura de Alberto Manguel, sosteniendo la idea de que no hay una lectura única oficial, sino tantas lecturas como lectores haya. Resonancias de las lecturas judías con las del psicoanálisis.
Respecto de la interpretación analítica, hizo lo que llamó una “precisión” tomando como referencia el sueño de la inyección de Irma de Freud y la lectura que hace Lacan de éste en el Seminario 2. Realizó un breve pero preciso recorte localizando la diferenciación que Lacan hace entre “imaginar lo simbólico” (tener el sueño), “simbolizar la imagen” (interpretarlo), “imaginar lo real” (primera interrupción, visión horrorosa de la garganta), y el carácter de enigma de lo escrito (la visión de la fórmula escrita). Hizo también desde allí una breve alusión al cuerpo, para comenzar a interrogar el tema de la interpretación y avanzar en el planteo de que “la interpretación no solo va por la vía de agregarle sentido al escrito”, sino que también están estas cuestiones a seguir estudiando.
De la mano de estos planteos, finalizó preguntándose “si vale la pena llamar a eso interpretación”, o -como se pregunta Miller en el seminario “El ser y el Uno”-, si no habría que llamarlo más bien “demarcación” o “constatación”.
La mesa se abrió a comentarios, preguntas, resonancias, resultando efectivamente una noche de apertura que causó al trabajo.
María Alejandra Gorriz