Del Witz: Freud-en-Joyce*
Integrantes: Belén Delgado, Verónica Di Batista, Antonela Garbet, Brígida Griffin, Carlos Jurado, Rocío Mayorga, Agustín Fernández Siri, Daniela González.
Responsables: Alejandra Gorriz -Gabriela Rodríguez
Lo cómico es cosa seria.Nos ocuparemos de lo cómico en sus variaciones. De la mano de Freud es imposible tratar lo cómico fuera de sus nexos con el Witz. El chiste y su relación con el inconsciente es partitura original de la que haremos variaciones, apuntando a lo que está en germen en esa composición.
«Variantes de lo cómico…» título propuesto, sonó con la música de las «variaciones» equivocando las variantes. Felix lapsus al que nos entregamos.
El texto de Freud sobre el Witz presenta un enganche entre significante y satisfacción paradigmático de la relación del sujeto y el Otro, abriendo a la dimensión del equívoco de la lengua. Freud le otorga a lo cómico un lugar relevante en el psicoanálisis, distingue variantes y mecanismos con sutiles disquisiciones. Como formación del inconsciente el Witz comporta un montaje significante que da acceso a la pulsión a partir del pasaje por el Otro, revelando su dimensión transindividual. Lo cómico se vincula a la desacralización de lo sublime o sagrado, a la vez que el humor como estrategia permite sortear el sufrimiento.
Freud se pregunta: cómo puede producir placer la simple equivocidad que subvierte el lenguaje. Propone una psicogénesis de Witz y lo aborda en términos económicos: ‘ahorro’, ‘ganancia’, ‘valor’, que traducen, el alivio y/o el ‘sentimiento de placer»[1] que proporciona. Lo cómico da lugar al ‘talante alegre’ propio de la infancia, y a una disponibilidad anímica dichosa.
1° Variación
A lo largo de la enseñanza de Lacan, se recorta una pregunta que va bordeando con distintos recursos: cómo con lo simbólico tocar lo real. Cómo con la palabra incidir sobre el goce.
El Witz freudiano y los efectos de su operatoria, concitan el interés de Lacan que relee esos efectos una y otra vez a ras de la experiencia, proveyéndonos de una serie de vías de investigación.
El par sentido/sin sentido que introduce el significante en su equivocidad funda la posibilidad del psicoanálisis, y modula esta primera variación haciéndonos entrar en las sutilezas de lo cómico.
Lo cómico tránsfuga, refiere a la engañifa que monta el humorista[2], con la que logra contener los efluvios martirizadores del superyó, fugando a lo cómico. Del pleno de sentido asociado a la insistencia trágica de unos significantes al más tonto sinsentido, reportando un «sentimiento de comicidad»[3].
¡Diga tonterías! podría ser la premisa de un psicoanálisis. La tontería tiene más chance que el saber de despegar el decir del sentido, el discurso analítico la promueve para producir el significante aislado en su sublime tontería. El lenguaje ya no vale como herramienta lingüística de la que se dispone sino por su cosquilleo nonsense que alcanza al goce del cuerpo hablante.
El nonsense nos trae al disparate que a diferencia del Witz no incumbe al saber inconsciente. Creación «sin pies ni cabeza», que hace uso de la ‘función poética’ del lenguaje, la sonoridad, la rima, el equívoco, para infundir un instante de desconcierto correlato de la ausencia del sentido esperado. Haciendo aparecer esa zona out sider del lenguaje inmiscuida en la lengua y ninguneada por el sentido común, donde no se trata de comunicación sino resonancias que sacuden la rutina hacer sonar las palabras de manera inesperada, descompuestas, inventadas.
Una risa que ríe del lenguaje en el colmo del lenguaje, clave lúdica, equívocos homofónicos que hacen las veces de unas cosquillas de lengua. La deflación de sentido concomitante suscita una satisfacción y abre paso a un tipo de saber nuevo connotado por la alegría.
La pulsión del Witz, su satisfacción, reenvía a la premisa de que el significante es causa de goce. ¿Pero de qué satisfacción se trata en la operatoria del Witz? La pulsión juega de entrada en el chiste sin que sea un momento de arribo con lo tendencioso. Es el juego del significante librado a sí mismo en un nivel propiamente acústico, «felicidad de los sonidos que se hacen eco y que no tienen que responder a nadie por el placer que tienen de estar juntos»[4]. Ecolalia sin Otro que es «la cumbre del período de balbuceo»[5] infantil.
Siendo la pulsión definida por Lacan como «el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir»[6], para que el decir resuene, es preciso que el cuerpo [que entre tanto ha tomado el relevo del Otro] sea sensible a ello.
Con los juegos de lalengua en los efectos de Witz, Lacan extrema su interrogación sobre el significante proponiendo la peregrina idea de inventar (cada uno) «un significante que no tuviera, como lo real, ninguna especie de sentido.» El Witz es aquí modelo de invención al «servirse de una palabra para otro uso que aquel para el cual está hecha», es precisamente «en eso que consiste la agudeza.»[7]
Lacan entró al inconsciente por la agudeza, sirviéndose del Witz freudiano, para subrayar lo que llama «paso de sentido»[8], ni sin, ni poco o nada, sino sentido nuevo que pasa y se siente. «Pasa» en la agudeza, por su «chispa» creadora, que se produce en un lugar determinado, no en cualquiera. El juego de palabras llevado al equívoco fundamental causa sorpresa abriendo ese «agujero que les hace alcanzar la etapa en la cual es como chiste como les sorprende lo que se les comunica»[9].
Es necesario dejarse embaucar con la historieta que hace de soporte[10] –a veces cómica a veces trágica-, hacerse un poco el tonto, no para entregarse a ella sino para pasar a ese «otro plano siempre más o menos enigmático», que corta el sentido razonado de la historia. «Reducción del valor, exorcismo del elemento fascinante»[11], que da lugar al eco de las palabras filtrado en sus agujeros, por donde pasa un sentido que sorprende y resuena en el cuerpo produciendo una risa discreta.
La interpretación con sus interrogantes plantea la necesidad de un «cambio de perspectiva sobre lo tocante al efecto de sentido» [12], para el que Lacan pide una condición: «tiene que ser real». Propone un «sentido real», vaya paradoja. ¿Cuál sería el real de un efecto de sentido? Introduce la «jaculación»: se trata, de hacer ex-sistir un sentido que produzca un efecto de anudamiento RSI, producto de la «jaculatoria» de las palabras.
Aporta precisiones con el concepto de ‘resonancia’. Si la interpretación opera únicamente por el equívoco, es «preciso que haya algo en el significante que resuene». El Witz freudiano permite situar esa «otra resonancia de la que se trata»[13], ligada al equívoco en su sonoridad, al placer del disparate en el juego verbal que produce el enganche de un cuerpo, que queda así anudado, aliviado, «aligerado»[14].
Algo «pasa» por allí, y cuando sucede se convierte en «historia ingeniosa»[15], afectando a quien la cuenta y a quien escucha. El lugar del Otro definido en su barradura y en quien es necesaria «sensibilidad»[16], es aquí fundamental. Es quien recibe, devuelve y autentifica, pero también queda afectado por esa satisfacción «humanizante»[17].
El dispositivo del pase se apoya en el Witz concebido como proceso social, su operatoria es inseparable del esfuerzo por comunicarlo. El paso de boca en boca del relato, de pasante a pasadores, de pasadores al cartel del pase, «no reduce la dinámica al contenido narrativo. Interviene el tono, el ritmo, las formas de decir»…[18] por donde se filtran los puntos vivos que harán vibrar a unos y a otros.
2° Variación
«La comedia llega más lejos que la tragedia»[19], porque consigue «mostrar, en el lenguaje, una imposibilidad de comunicar y que esto haga reír»[20].
En el origen de la comedia, Lacan encuentra la relación del sí (pronombre reflexivo de la tercera persona) al lenguaje, inconstituído y sin nombre[21], fuera de la captura del deseo y anterior al yo (je). La comedia como artefacto da acceso a esa «descomposición espectral» del ser parlante a diferencia de la tragedia. Hamlet es Hamlet, lo que no resulta cómico, mientras que Las preciosas ridículas son un tipo, es para desternillarse de risa.
Como antítesis de lo cómico ordinario; lo cómico [en la variante de lo puro] se relaciona con la «caída»[22] dice Baudelaire. Hace la pintura de un Pierrot[23] distinto, que cae estrepitosamente y ríe como un trueno. Guillotinado en el final de la pieza, su cabeza rueda dejando ver el agujero sangriento. Lo que queda del Pierrot se pone de pie, se apropia de su cabeza cual si fuera un jamón, la calza bajo el brazo y se echa a andar. Esta pantomima es la depuración máxima de la comedia, porque hace surgir «el elemento cómico puro»[24], aislado.
Lacan retoma ese «elemento»[25] al momento de su excomunión. Su cabeza había rodado, negociado por los suyos por conveniencia institucional. ¿Qué podía tener de cómico? La comicidad no viene del sentido de los sucesos, sino de despojarlos de su excepcionalidad. La verdad del sujeto, con independencia de la posición asignada en la comedia humana, no está en él mismo ni su nombre sino en ese «objeto» velado que cada uno es. Su emergencia, connotada con el elemento cómico, es signo de la disolución del Otro, caída del baile de máscaras.
A esa especie de comicidad poco proclive a la risa, nos da entrada también la ironía. Forma del humor, cercana al disimulo, que el psicoanalista emula con distancia operativa ni trágica ni cómica, con el fin de tratar la contradicción irresuelta del ser hablante. Ironistas de la talla de Wilde, o Borges, enseñan con rasgo de ingenio al psicoanalista, los modos de trivializar, atemperar o rebajar hasta el ridículo, los micro-mundos de sentido en los que se envisca el parlêtre.
Freud «restaura»[26] la ironía en la neurosis para disolver el sentido edípico y Lacan toma nota de la ironía con la que se «arma» el esquizofrénico, que llega hasta la raíz del lazo social. La clínica se plantea irónica en tanto fundada en la inexistencia del Otro y desabonarla de la norma edípica, para dar lugar a la invención sinthomatica.
Humor se inscribe en la perspectiva del Otro no hiende al superyó solo lo ridiculiza, lo que no es poco. El movimiento de la ironía va contra el Otro evidenciando su inconsistencia, su carácter de semblante[27]. Que nuestra clínica se plantee como irónica redunda en la época del Otro que no existe, pero no hemos de ceder a la actual «reacción antiirónica»[28], esa nostalgia que abreva en la creencia en la univocidad de la lengua no conviene al psicoanalista. La ironía descansa en la ambigüedad propia de la lengua, para reenviar a cada uno a la relación solitaria con lalengua de su goce.
Joyce quien se reía escribiendo el Finnegans Wake, tenía la intención de hacer reír. Más que narración música, no había significados por descubrir. Se distinguen los significados a descifrar, de la música que suena y produce resonancias, efectos de risa, asunto de cuerpo.
La risa de Joyce nos guía, porque proviene de su obstinación lenguajera con la que desarticular y rearticular innumerables trastos lingüísticos, esos de los que está hecho el sínthoma. Ese trabajo incesante aplaza el sentido y produce nuevas palabras nuevas dando lugar a una lengua trífida[29] (terrible bagatela) que promueve la deflación cómica del sentido y nos conduce a ese otro principio donde no hay «héroes ni Dioses», dominio de lo tragedia, sino «choques, agregados de sonidos» troumatismos de lalengua con el que hace obra, que mueve a «risa»[30]. Joyce goza al escribir. El Witz es un débil resplandor al lado de esta explosión de humor de alusiones cruzadas continuas. Ríe solo, hace del tercero necesario para Freud, el Uno de lalengua con la que goza el cuerpo.
De allí que producir risa con lo peor es llevar lo patético al «estado Joyce»[31] del sínthoma. Que eso sea dirigido a un Otro en el pase es una paradoja. Con la estructura de Witz el pase reintroduce la dritte Person necesaria para que la novedad neológica (nuevo decir) obtenida en la experiencia pase a la comunidad. Esa novedad no es suceso trágico ni baja comedia[32] sino comicidad de la hystoria.
Para la comunidad analítica lo que se gana con el efecto cómico hace cuerpo en el instante de la risa, para el AE que testimonia, el arte de la dicha que alcanza al decir.
NOTAS
* Freud-en-Joyce, Juego de palabras. Freud, alegría en alemán, Freuden, alegrías (plural)/ Joy, goce, alegría en inglés, enjoys, disfrutar, divertirse.
- S. Freud, El chiste y su relación con el inconsciente (1905) Amorrortu editores, Tomo VIII, Buenos Aires, 1986, p.150
- S. Freud, «El humor» (1927) Amorrortu Editores, Tomo XXI, Buenos Aires, 1986.
- E. Laurent, Comentario de testimonio G. Stiglitz «Ocuparse de la payasada», en Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 14, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, Año VIII, Junio 2013. Pág. 124
- J.-A. Miller, La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 353
- D. Heller-Roazen, Ecolalias. Sobre el olvido de las lenguas. Editorial Katz, 2008,p. 9
- J. Lacan, Seminario 23, Paidós, Buenos Aires,2006,p. 18
- J. Lacan: «Hacia un significante nuevo», clase del 17 mayo 1977 «Un significante nuevo», en Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 27, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, Año XIV, noviembre 2019. Pág. 18.
- Uso equívoco del término pas de sens en la homonimia entre pas (paso) y pas partícula negativa «nada o sin sentido».
- J. Lacan, Seminario 5, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 116
- Ibidem, p. 115. Lacan se apoya en una historieta que le cuenta Raymond Queneau «Atrás caballo», para aportar estas precisiones.
- Ibidem, p. 115
- J. Lacan: «R.S.I., clase del 11 febrero 1975», en Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 28, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, Año XV, Agosto 2020. Pág. 16
- Lacan, J.: «Hacia un significante nuevo», «La variedad del síntoma», en Revista Lacaniana de psicoanálisis N° 25, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, Año XIII, noviembre 2018. Pág. 19.
- L. Tudanca, «La interpretación: un saber abierto. La fuga del sentido» en La práctica analítica, entre real y ficción. Editorial Grama, 2024, p.248.
- Ibid, (11) p.114
- Ibid, (11) p.114
- Ibid, (11)p. 122
- J.-A. Miller, ¿Cómo terminan los análisis? Navarin Editeur – Grama, 2022, p.17-18
- J.-A. Miller «Ironía», Revista Consecuencias, n.º 7, noviembre 2011 [en línea], http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/en alcances/Ironia.html
- G. Agamben, Polichinela. El divertimento de los muchachos. Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2019, p.18
- Ibid, (11) p.138.
- C. Baudelaire, Lo cómico y la caricatura, Editorial Visor, Madrid, 1988, p. 35
- Pierrot es un personaje de la «Comedia del arte italiana», de clásica cara blanca enharinada, con traje claro, grandes botones y gorguera. Esta antigua máscara perdió las características de astucia e ironía propias de los zanni (sirvientes), convertido por Deburau en un payaso triste enamorado de la luna con el que se le identifica. (Rober Storey).
- Ibidem, p. 42
- J. Lacan, Seminario 11, Paidós, Buenos Aires, p. 13
- J. Lacan, «Respuesta a estudiantes de filosofía», Otros escritos», Paidós, Buenos Aires, 2012, p 227
- Ibid. (21)
- Santiago Gerchunoff, La ironía On, Anagrama, p. 14
- P. Sollers, «Joyce & Cía», [en línea]
- Ibidem.
- J.-A. Miller, Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p.49
- G. García, «La experiencia del pase», 1998, [en línea], http://www.descartes.org.ar/germangarcia/page271.html