Estimados lectores,
compartimos con gusto los invalorables aportes de tres queridísimos colegas, en esta ocasión escriben: Ernesto Sinatra, Tomás Verger y Rosana Salvatori.
¡Disfruten la lectura!
El delirio, lógico
Ernesto Sinatra
AME EOL- AMP
Una interminable serie de discusiones se suscitaron entre un renombrado filósofo académico y su entusiasta discípulo quien no dejaba de acosarlo con sus particulares elaboraciones lógicas.
Cierto día, ya exasperado, el maestro llegó a mirar debajo de las mesas y de las sillas del aula para intentar convencer a su alumno de que no había presente allí… ningún “rinoceronte”. La pretensión no parecía inapropiada, ya que el maestro sólo pedía a su alumno que consintiera a lo obvio, que diera crédito a sus sentidos y que admitiera una simple frase “No hay rinocerontes en esta sala”. Se trataba de que el alumno aceptara sin más vueltas su valor verdadero. Pero no era fácil:
“Mi ingeniero alemán, creo, es un necio. Cree que nada empírico es cognoscible,… le pedí que admitiera que no había ningún rinoceronte en la habitación, pero no lo hizo…. [1] Mi amigo alemán amenaza con convertirse en un castigo, vino conmigo después de la clase y discutió conmigo hasta la hora de cenar…obstinado y contumaz, pero creo que no es estúpido”.
Rápidamente, Bertrand Russell -el maestro- habría de conceder un lugar de privilegio a ese joven investigador -Ludwig Wittgenstein- en la continuación de su obra sobre el fundamento lógico de las matemáticas.
Pero la polémica estaba trabada en un punto preciso, el que posteriormente habría de establecer las diferencias entre ellos: la consideración de la estructura de la realidad a partir de la estructura del lenguaje. El problema -según Wittgenstein- no podía ser resuelto desde el punto de vista “empírico” por un recurso al sentido común con su aparato sensorio-motriz como apelación última; ni tampoco desde un “neo-empirismo” sustentado en una “epistemología naturalizada” -según Quine- por medio de la cual se daría crédito a las “estimulaciones” que afectaran a los “receptores nerviosos”. Se trataba de considerar de qué modo era posible determinar el referente a partir de las proposiciones. Por ello, a riesgo de ser tildado de necio…o de “delirante”, Wittgenstein se negaba a admitir cualquier evidencia que no tuviera un fundamento en una proposición válida, obligando de ese modo a su interlocutor a extremar sus argumentaciones [2].
NOTAS
- Russell Bertrand: Autobiografía-citado por Monk, Wittgenstein Ed. Anagrama, Barcelona, 1994 pág.53
- Pueden seguirse estos desarrollos en La racionalidad del psicoanálisis, La Paz, PLURAL Ediciones. 1996.
Romper con el hace-pipí a la luz de todos locos
Tomás Verger
Participante EOL – Sección Rosario
Para quien trabaja en el campo de la Salud Mental es inevitable confrontarse con la toxicomanía. ¿Cómo articular “todo el mundo es loco” con la tesis de ruptura de Lacan?
Recordémosla: “(…) no hay ninguna otra definición de la droga más que esta, es lo que permite romper el matrimonio con el pequeño pipí.” [1]
Esta cita se sitúa en la enseñanza de Lacan tres años antes que la formulación “todo el mundo es loco”. Más allá de “De una cuestión preliminar…” y avanzando mediante la extensión de la noción de forclusión, quizás debamos volver a preguntarnos, ¿a qué tipo de ruptura hace referencia Lacan?
¿Se trata una ruptura con el goce fálico? Si así fuera, ¿esto no excluiría a las psicosis del asunto? ¿Y si se tratara del goce del órgano? Quizás la cuestión trans permita responder a este interrogante. ¿Cómo hace un ser hablante que no cuenta con el recurso del Nombre del Padre para semblantear el goce?
NOTAS
- Lacan, J., (1975), “Cierre de las Jornadas de Estudio de Carteles de la Escuela Freudiana”, Revista Lacaniana Nº 17, Buenos Aires, noviembre de 2014, p. 16.
Delirios amorosos
Rosana Salvatori
Miembro EOL -AMP – Sección La Plata
“Hay otros mundos, pero están en este”
Paul Eluard
El poeta ilumina el aforismo de Lacan: “Todo el mundo es loco, es decir delirante” [1]. El delirio como elucubración de saber es plural y sexuado, en tanto el cuerpo del ser hablante objeta cualquier universal.
Los síntomas de los enamorados, constituyen una y otra vez motivo de consulta al analista, testimoniando acerca del imposible de la relación sexual.
El amor como suplencia privilegiada del no hay, tiene sus condiciones en la elección del partenaire amoroso, según Freud: la condición fetichista y la degradación del lado masculino, o la erotómana de las palabras de amor del lado femenino. Si “La realidad (…) es comandada por el fantasma” [2], es necesario pasar por el delirio de sentido en la experiencia analítica, el que supone el amor de transferencia. La interpretación apunta a los “divinos detalles” que fundan el amor para obtener de allí “alguna certeza que no sea paranoica” [3] porque dos son dos que no hacen Uno.
NOTAS
- Lacan, Jacques: “¡Lacan por Vincennes!”. Revista Lacaniana Nº 11. Pág. 7. Ed. Grama. Buenos Aires, 2011.
- Lacan, Jacques: “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 378.
- Laurent, Eric: “Las mentiras de la felicidad. Lo real del sinthome”, Letras, Nº4, Madrid, 2012, pág. 16.