Contribuciones
Contribución de Manuel Carrasco Quintana
EOL Sección La Plata
A partir de Freud sabemos que el cuerpo está afectado por el discurso. Lacan dio un paso más teorizando acerca de la pluralidad de esos discursos que determinan, cada uno de ellos, un tipo de lazo social particular. En el Seminario 19 [1] agrega que esos discursos se soportan en el cuerpo, «El soporte es el cuerpo», señalando que el discurso del amo moldea los cuerpos, utilizando el plural. Los discursos y los cuerpos se encuentran íntimamente enlazados. El lazo social es el nombre de esa relación.
El argumento de nuestras V Jornadas, «Cuerpos y discursos», se pregunta ¿cómo ubicar el plural de los cuerpos? Propongo invertir ese interrogante para indagar si sería posible hacerlo en modo singular. El cuerpo, en la medida en que está atravesado por el goce, es un cuerpo social. Si partimos de la idea de que «ese lugar del Otro no ha de tomarse en otra parte que en el cuerpo» [2] resulta insoslayable que se trata del Otro, en tanto Otro social, el que determina los cuerpos. Los cuerpos, en consecuencia, no pueden pensarse como entidades individuales ya que están atravesados, o sobredeterminados al decir de Freud, por los discursos que provienen del Otro social.
NOTAS
- Lacan, J.: El Seminario, libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 220.
- Lacan J.: «La lógica del fantasma. Reseña del Seminario de 1966-1967», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 347.
Contribución de Alejandro Willington
EOL Sección Córdoba
Cuerpo y urgencia generalizada
Vivimos en tiempos de una urgencia permanente. Se trata de la urgencia en los tiempos de un Otro «que no para«, como dice La Bersuit. «¿Cómo es que no vivimos en un estado de urgencia permanente? ¿Cómo es que no vivimos en la prisa permanente por cubrir lo real traumático?» [1], se pregunta Gustavo Stiglitz. Muchos de los fenómenos de cuerpo de los sujetos que nos consultan hoy vienen catalogados bajo la difusa rúbrica del pánico. Es así que podríamos plantear a la urgencia misma como la nota característica del pánico actual: una angustia des-localizada, plagada de fenómenos de cuerpo difíciles de nombrar. Son otros tiempos que los freudianos, en los que la irrupción misma del inconsciente podía calificar una urgencia. El significante, en su función de sorpresa, ha perdido terreno como instrumento de discontinuidad y corte. Han cambiado las coordenadas del Otro social, la escritura lacaniana del discurso capitalista como infinitización del consumo, y la noción milleriana de dispersión de la estructura discursiva («Una fantasía») permitirían fijar los primeros pasos conceptuales de una investigación al respecto. Entonces, ¿cabe aún hoy hablar de discursos, tal como los formaliza Lacan en el Seminario 17? ¿O algo de su estructura y del imposible que funda ha estallado en nuestros días? ¿Qué consecuencias acarrearía esto para la experiencia analítica? Preguntas interesantes para abordar en la próximas Jornadas de la Sección La Plata.
NOTAS
- Belaga, G. (compilador): «La urgencia generalizada. La práctica en el hospital.», Grama, Buenos Aires, 2004, pág. 87.
- Miller, J.-A.: «Una fantasía», en http://2012.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html
Contribución de Camila Candioti
EOL Sección Santa Fe
Desnaturalización del cuerpo
El autismo, como caso más paradigmático del parlêtre, nos interroga. ¿Un ser parlante sin parla? ¡¿Sujeto al lenguaje que no habla?!
El sujeto con autismo no escapa al baño del lenguaje, lo inocula, lo preexiste; aunque dedica su vida a la tarea incesante de protegerse del goce vocal de la lalengua. De allí el uso estrafalario, raro, no convencional que hace del lenguaje; manifiesto –por ejemplo– en el tono monocorde, robotizado de algunos autistas que hablan.
Entonces… ¿si habla, es autismo? La divulgación del autismo tipo Kanner tiende a confundir autismo con mutismo. Se advierte, pues, que la capacidad del aparato fonador permanece conservada, sin embargo, lo que no está igualmente conservado es el aparato de goce del lenguaje.
A consecuencia de ello: ¿cómo resulta vivir en un organismo que difícilmente llega a ser un cuerpo?
La ausencia estructural de unidad corporal del autista se intenta suplir con algún artificio singular que le haga de límite al cuerpo; siendo la experiencia evanescente de «tener un cuerpo», una vivencia real y continua en estos casos.
Finalmente, la discontinuidad entre función biológica y satisfacción enseña al ser parlante sobre los laberintos lenguajeros que intervienen en la construcción de un cuerpo. Tanto como la rareza de la topología corporal experimentada por cada autista, da cuenta de la diversidad de los usos corporales posibles, resultantes de cada construcción y a medida de cada sujeto.
BIBLIOGRAFÍA
- Maleval, J.–C.: El autista y la voz, Gredos, España, 2018.
- Carbonell, N. y Ruiz, I.: No todo sobre el autismo, Gredos, España, 2017.