
Argumento
La última enseñanza de Lacan trajo nuevas formas de pensar nuestra práctica a nivel de lo que se denominó la clínica del parlêtre.
Sin dudas, el cuerpo ha adquirido un lugar protagónico junto con la noción de sínthome y esto tiene incidencia tanto en la dirección de las curas actuales, como en la consideración de los finales de análisis. El tema que invitamos a trabajar en nuestras próximas Jornadas, Cuerpos y discursos, será una fecunda ocasión para que nuestra comunidad analítica reflexione, desde la perspectiva de los discursos, la íntima relación del psicoanálisis con el cuerpo. O los cuerpos.
Partimos de la novedad que trae la última clase de El Seminario, Libro 19, en la que Lacan, en su relectura de Freud, que aporta la dimensión de la sobredeterminación, introduce un quinto elemento a sus discursos que es precisamente, el cuerpo.
«Freud hizo surgir que lo que se producía en el nivel del soporte tenía relación con lo que se articulaba mediante el discurso. El soporte es el cuerpo». [1]
A partir de aquí vemos la importancia en la clínica cuando verificamos que el parlêtre con sus recursos trata de armarse en un discurso y esto puede ser una salida para él. Podemos leer la relación de los cuerpos con los discursos viendo cómo en algunos casos es un problema y en otros una solución.
Planteamos así el primero de nuestros interrogantes: ¿Qué síntomas produce el modo en que cada discurso atrapa a los cuerpos?
Lacan, como respuesta a los acontecimientos de mayo del ’68, escribe sus cuatro discursos: el del amo, el de la histérica, el universitario y el del analista que indican cuatro posiciones –agente, Otro, plus de goce y verdad– y cuatro elementos que giran por cuarto de vuelta. Estos discursos se fundan en el goce e implican una imposibilidad estructural que encontramos en el piso inferior de cada uno de ellos con la doble barra que señala una discontinuidad.
Cada uno de los cuatro discursos es un vínculo social, un lazo social que, como plantea J.-A. Miller en su texto «La utilidad directa», no equivale a la sociedad sino que quiere decir «que el sujeto no está solo con su ello, su yo y su superyó, que la verdad de la vida psíquica no es el solipsismo, que el sujeto no es autista, que está siempre el campo del Otro, e incluso, que el campo del Otro precede al sujeto, el sujeto nace en el campo del Otro» [2]. Interpreta en este textoque la pluralización de los discursos tenía como finalidad hacer aparecer que el Uno de la sociedad es ilusorio.
Entonces tenemos que, desde su formulación misma, los discursos se plantean plurales, ¿cómo ubicar el plural de los cuerpos? Retomando la clase de El Seminario, Libro 19, hablar del cuerpo en relación al discurso no es forzosamente hablar de Un cuerpo ya que partir del goce implica que un cuerpo no está solo, sino que hay otro más. «Lo propio del goce es que cuando hay dos cuerpos, mucho más aun, cuando son más, no se sabe, no se puede decir cuál goza. Por eso en este asunto puede haber varios cuerpos involucrados, e incluso series de cuerpos». [3]
Nos interesa particularmente pensar en las incidencias del discurso analítico y ver de qué modo afecta a los cuerpos ya que el analista «en cuerpo» instala al objeto a en el lugar del semblante. De igual modo debemos considerar que, como vía de salida del discurso capitalista, el discurso analítico podría operar para poner un límite a determinados modos de satisfacción comandados por un impulso al plus de gozar que imperan en la actualidad.
Podemos tomar algunos discursos que tienen plena vigencia como: la biopolítica, la religión, la ciencia, entre otros. En el caso de la biopolítica, sostenido en la fórmula «hacer vivir y dejar morir», se intenta el abrochamiento de formas de gozar con la política para determinar que aquellos que no entren en ese discurso sean dejados caer a su suerte.
Al momento de escribir este argumento estamos en nuestro país en un debate sobre la despenalización del aborto que atañe directamente a los cuerpos y son otros discursos los que se disputan la preeminencia para legislar sobre ellos. Tanto la ciencia, la religión, el feminismo y los derechos humanos, entre otros, esgrimen sus argumentos y su poder para instituir una legislación que remite en última instancia a modos de gozar y su regulación.
«En efecto, la dimensión política se plantea de entrada, porque –es muy importante– en la perspectiva del cuerpo marcado, articulado al lenguaje, no hablamos de un cuerpo individual. El individuo del neoliberalismo contemporáneo considera que su cuerpo le pertenece, pero es un cuerpo que desconoce que está de entrada articulado y marcado por una dimensión del lazo social o, más precisamente, una dimensión colectiva.» [4]
Aquí nos formulamos las siguientes preguntas: estos discursos ¿se pueden subsumir a alguno de los cuatro que propone Lacan: el del amo, el de la histeria, el universitario o el analítico? ¿Qué particularidad hay en el amor, el goce y la identificación en cada discurso? ¿Qué podemos decir de los cuerpos en la Escuela?
Son muchos los interrogantes que se nos presentan y esperemos que sean muchos más los que logremos articular al cabo de esta tarea que nos convoca, una vez más, a la investigación y a repensar la clínica.
NOTAS
- Lacan, J.: El Seminario, libro19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 220
- Miller, J-A: «La utilidad directa», Textos de orientación, XXVII Jornadas Anuales de la EOL, http://www.xxviijornadasanuales.com/
- Óp. Cit. (1), pág. 221.
- Laurent, E.: «El cuerpo hablante: El inconsciente y las marcas de nuestras experiencias de goce». Entrevista a Éric Laurent, por Marcus André Vieira, AMP blog, http://ampblog2006.blogspot.com/2016/05/, 2016.
Ejes
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