
Corpus-arte. Entrevista a Febe Chaves
Por Mariella Lorenzi y María Adela Pérez Duhalde

Febe Chaves es dramaturga, directora, y actriz; hace más de 30 años que da clases de teatro en La Plata. Toda su vida se ha dedicado al teatro en sus diversas manifestaciones, sobre esto señala que siempre fue para ella un «ordenador en la vida». Una tarde de junio nos recibió en su casa para hablar del cuerpo, los goces y las ficciones en el teatro. Trasmitimos algunos fragmentos de lo que fue un ameno y enriquecedor encuentro.
-¿En el teatro, cómo pensás el cuerpo? ¿Cómo entendés lo que llamás: desestructurar el cuerpo?
F. CH: En teatro, desestructurar el cuerpo es abrir el cuerpo. El proceso de socialización posterga los deseos del cuerpo. En el teatro se busca recuperar la capacidad de juego con el cuerpo. Al actor le dejan de importar las posturas que no están socialmente aceptadas, dentro del marco del teatro. Se trata de jugar, de perder el miedo al ridículo. La libertad con el cuerpo no tiene que ver con la desinhibición sexual, no es estar desnudo, sino perder el temor al ridículo. Luego, sobre un cuerpo ya desestructurado y lo suficientemente maleable, se puede aplicar la estructura de un personaje, como estructura de ficción. El teatro trabaja sobre la heterogeneidad. En el teatro el cuerpo se entrena, tiene memoria que no es la memoria racional, pero puede recordar lo que el sujeto hizo puesto en esa situación. El cuerpo, en este tiempo tiene tanto valor desde lo estético y tan poco valor desde la vida. Está despreciado, así vemos la violencia y la muerte. Al cuerpo no lo concibo como un elemento estético, sino como el lugar donde se generan los conflictos, donde -teatralmente hablando- el actor puede jugar lo que el animal suyo quiere. Las grandes batallas se dan en el cuerpo, y no sólo es así en el teatro. Las palabras esconden pero el cuerpo no miente, tiene lógica propia, que no es la lógica racional. El cuerpo como dice Foucault es el lugar donde se inscriben los acontecimientos. Uno es cuerpo y piensa cuerpo.
-En el teatro no es sólo el cuerpo del actor el que se conmueve sino que, lo que sucede en la escena toca el cuerpo del espectador…
F. CH: Si, así es, cuando se pone el cuerpo en la situación las otras partes de la conducta se ven afectadas. El actor acepta una convención teatral y se compromete con eso. El casamiento es una convención, pero si se le agrega el cuerpo, todos lloran. Las convenciones tocan el cuerpo. En el teatro al cuerpo se lo engaña. El cuerpo del actor no sabe que es mentira cuando está en una escena de agresión, por ejemplo. Sin embargo el actor está siempre consciente de la actuación, si no, estaría psicótico. El actor engaña al cuerpo y a su vez él sabe que lo que va a hacer es ficción, es decir, hacer pasar algo por lo que no es. Es como una gran mentira. El espectador que saca la entrada, acepta la convención y establece un pacto con el actor y entonces llora y sufre. Es una gran mentira pactada. Eso es lo fascinante de la ficción teatral. Uno sabe y al mismo tiempo deja que lo engañen. Es maravilloso como acto. Siempre es efímero, es su virtud y su límite. Nunca una obra sale igual. El espectador influye en el teatro. Y se hace algo muy vivo. Es el estar en el aquí y ahora en el mismo espacio aunque son espacios diferentes. El actor está en el espacio ficticio y el espectador en el espacio de realidad, pero acepta la ficción y puede subsumirse. Se tocan en el tiempo, conviven en el tiempo dos espacios diferentes.
-¿Qué podés decirnos respecto a la escena y lo obsceno?
F. CH: Lo obsceno viene de los griegos y es todo lo que pasa fuera de la escena. En el teatro griego acostarse con la madre, sacarse los ojos, la muerte, todo eso pasaba fuera de la escena y el coro lo contaba. Es decir que lo obsceno se contaba pero no se veía. Se ha hecho todo un trabajo respecto a lo obsceno al introducirlo en la escena, antes en el teatro los conflictos pasaban afuera.
-Para finalizar ¿Qué se cuenta en el teatro?
F: CH: Considero que el teatro es la representación de la conducta humana en las condiciones de la escena. Los seres humanos atravesamos cinco o seis cosas, la muerte, el dolor, el amor y la locura. A mí me gusta contar historias que me conmuevan y escribo porque quiero dirigir. Todo lo que cuento es autorreferencial- no autobiográfico- es decir, que lo que me preocupa, lo cuento.
Junio de 2017
