
Contribuciones de Virginia Baroli, Cecilia Fasano y Belén Rodríguez
En esta oportunidad, tres analistas enlazan el trabajo que vienen realizando en distintos espacios al tema que nos convoca para estas jornadas. Aquí sus valiosos aportes:
Virginia Baroli

El título de estas jornadas propone el cuerpo en singular y una pluralidad de goces y ficciones, cuestión que sugiere diversos modos de hacer con… ¿el cuerpo?
El cuerpo, dice Lacan en «La Tercera»: «… debe ser entendido al natural como desanudado de ese real que no deja de resultarle opaco por ex-sistirle a título de constituir su goce.»[1]
Una posible lectura de esta afirmación, sugiere la necesidad de un trabajo de anudamiento. ¿Cuáles serían las posibilidades de enlazar el cuerpo y lo real?
Lo real del goce, entendido como las satisfacciones pulsionales siempre en ebullición y por ello siempre prestas a un desbordamiento, es pasible de ser civilizado, regulado vía lalengua y el lenguaje. La elaboración, distribución y localización del goce en objetos pulsionales, posibilitará al sujeto el hecho de tener un cuerpo. La relación del sujeto con el objeto, establecerá la ficción del fantasma fijando al sujeto a una homeostasis de goce que, sin embargo, será conmovida por la irrupción de esa anomalía que constituye el goce fálico, en tanto introduce una disarmonía con el cuerpo. Rompimiento de la pantalla ficcional ya que el síntoma aloja y hace entrar la falta fundamental de la no relación sexual, conmemorándola en una repetición bajo el modo lógico de lo necesario, en tanto no cesa de escribirse a partir de lo real.
Síntoma y fantasma son dos de los modos de anudamiento ficcional en tanto construcción significante mítica acerca del goce que habita el cuerpo. Pero entonces, si el fantasma localiza un goce en una imagen y el síntoma se establece como goce fálico fuera-de-cuerpo, ¿qué sabemos del goce del cuerpo? En el mismo texto[2], dice Lacan que: «…lo extraño es ese lazo que hace que un goce, sea el que fuere, suponga ese objeto, y que así el plus de gozar sea, respecto de cualquier goce su condición». «Si tal es el caso para lo tocante al goce del cuerpo en la medida en que es goce de la vida, lo más asombroso es que el objeto a separe del goce fálico dicho goce del cuerpo»[3].
La pregunta que me surge es ¿cómo entender esta separación de los goces y cuál es el estatuto del cuerpo, según esta perspectiva? Y, por otra parte, si el objeto a es el núcleo elaborable del goce, ¿de qué otro modo sería posible su elaboración? ¿Es posible establecer un lazo con el cuerpo, que no sea a través de una ficción?
Las próximas jornadas serán la ocasión fecunda para producir los giros en torno de los cuales intentar responder estos y otros interrogantes.
NOTAS
- Lacan, J.: «La tercera», Revista Lacaniana de psicoanálisis, N° 18, Grama, pág. 19.
- Ibid..
- Óp. Cit. 1.
Cuerpo y ficción en Héctor Viel Temperley
Cecilia Fasano

El cuerpo se erogeniza en un mal lugar es una afirmación de Oscar Masotta pronunciada en 1976 (España). Además de considerarla un verdadero hallazgo discursivo en tanto sintetiza bellamente la noción de cuerpo y sexualidad, propongo utilizarla como matriz de lectura porque en esta ocasión me permite explicar por qué Goces y Ficciones pueden ser el mejor maridaje para acompañar la noción de Cuerpo en nuestra Jornada.
Acordemos en pensar que este cuerpo hecho de superficies y bordes selectivos nada tiene que ver con el cuerpo orgánico del que se ocupa la medicina, por el contrario se trata de un cuerpo que llamamos erógeno y que puede gozar ignorando que goza.
Me interesa señalar que la sexualización del cuerpo indefectiblemente siempre será en un mal lugar, ya que paradojalmente «con quienes se aprende es con quienes no podrá lo aprendido ser utilizado. La prohibición del incesto, constitutiva de toda sociedad humana es causa estructurante del cuerpo erógeno, de un conflicto de base que se construye sobre el filo de una transgresión, donde el cuerpo se inviste de sexualidad» [1]
Prohibición del incesto, historia de la sexualización, cuerpo erógeno… términos que impresionan ¡tan fuera de época! y sin embargo tan irremediablemente presentes en el relato de cualquier analizante.
Me serviré de la obra de un poeta argentino, Héctor Viel Temperley (1933-1987) quien ha hecho del cuerpo un culto, escribía: «Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo» Es evidente que no se refería al conocimiento médico de su cuerpo.
Viel revela diferentes experiencias con su cuerpo, siendo su poesía un medio para escribir algo de lo imposible de escribir de ese Otro goce.
Sus escritos giran en torno a su cuerpo y el cuerpo de Cristo, un Cristo profano, que vagabundea junto a otros cuerpos -boxeadores, marineros, cosacos- testimonian sobre la vivencia en el cuerpo de ese Otro goce. Escritos que denuncian esa experiencia de éxtasis que provoca un goce que excede al sentido, y que sólo es demostrable para la persona que lo experimenta.
En el Argumento de esta Jornada se interroga: «¿De qué modo las ficciones logran hacer entrar al cuerpo en la economía del goce?» [2] es un interrogante complejo que pasado por el tamiz de la escritura de Viel me dan el pie para aventurar una respuesta: sus escritos son la huella de esa desolación y ese real. Así, el poeta logra un tratamiento ficcional de ese goce inefable, volviéndolo tal vez, más soportable.
NOTAS
- Masotta, O.: Lecciones de Introducción al Psicoanálisis, Gedisa editorial, pág. 99.
- Salman, S., Suárez, E., Zubillaga B.: «Argumento IV Jornadas Anuales de la EOL Sección La Plata», Corpus #2.
BIBLIOGRAFÍA
- Viel Temperley, H.: Obra Completa Ediciones del Dock
- Ioskyn, J.: «Héctor Viel Temperley, un místico de nuestro tiempo», Revista Consecuencias Recuperado en http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/004/template.php?file=arts/derivaciones/ioskyn.html
Belén Rodríguez

Mantengo desde hace un tiempo un interés clínico y epistémico sobre la última enseñanza de Lacan en lo referente a sus conceptualizaciones acerca de la constitución del cuerpo, en particular el del hombre.
Rescato una frase de Eric Laurent de «El reverso de la biopolítica», -texto de referencia para estos temas-: «El cifrado del síntoma en las tres dimensiones u órdenes le permite a Lacan atribuir al nudo borromeo las funciones antes conferidas al falo en la dialéctica del ser y el tener»[1]. Podemos preguntarnos ¿cuál ha sido la función del falo en la dialéctica del ser y el tener, y con ello de qué cuerpo hablamos? Perspectiva que llamamos clásica, que implica un recorrido por referencias de Freud y Lacan, donde extraemos que la lógica fálica definiría, con la operatoria del Nombre del Padre, la constitución de un cuerpo a partir de la asunción de un tener -gracias a la conquista edípica- del lado del Ideal del yo. Estamos aquí del lado del sujeto del inconsciente, definido en su articulación con el Otro, en el campo del significante. Una primacía de lo Simbólico, por sobre lo Real y lo Imaginario.
Un cambio de perspectiva se produce en su última enseñanza, desde la lógica de los nudos, donde cada uno de los registros funciona de manera autónoma, conservando su propia consistencia. Entonces, ¿Cómo se constituye el cuerpo desde esta perspectiva?, ¿Qué función concederle al síntoma en ello? Fuertes referencias en el Seminario 23 y en su escrito «Joyce el síntoma», por ejemplo, nos permiten extraer diferencias en torno al armado de un cuerpo en el hombre y en la mujer. «…LOM de base, LOM quetieneun kuerpo y notiene masKeuno»[2], dice Lacan en este último texto, situando allí el punto de partida, ¿de qué?, de la constitución de un cuerpo como acontecimiento en tanto experiencia de goce, que se escribirá en el órgano y será ¿la condición? para sentir un cuerpo. Sentir primero, antes de la demostración que se lo tiene.
Nuestras próximas Jornadas, «El cuerpo: goces y ficciones», serán una buena ocasión para conversar sobre estas cuestiones.
NOTAS
- Laurent, E.: El reverso de la biopolítica, Navarín/Le Champ Freudien, Grama ediciones, 2016, pág. 73.
- Lacan, J.: Otros escritos, Editorial Paidós, 2012, pág. 591.
