Flyer I Preparando las jornadas – Textos breves
Cristina Coronel
¿Qué consecuencias para la clínica podemos extraer cuando decimos «El Otro es el cuerpo»?
El Otro que Lacan localiza en el cuerpo es el Otro del goce. El parlêtre se relaciona con un cuerpo soporte de goce, cuerpo sustancia cuyo atributo es el goce [1]. Hay disyunción entre el ser de lenguaje y su relación con el cuerpo del orden del tener. «Cuerpo hablante»[2], dividido en cuanto a su goce: el goce del cuerpo y el goce de la palabra, fuera del cuerpo.
El Otro es el cuerpo, implica pensar la clínica a partir del goce o los goces. La noción de síntoma cambia, con el sinthome[3] como acontecimiento del cuerpo, el acento queda puesto en la corporización: emergencia de goce por la entrada del significante en el cuerpo. Las vicisitudes y particularidades de la relación con el cuerpo quedan así reubicadas más allá del Nombre del Padre, y en cada arreglo singular.
Hoy, cuando el orden simbólico es un «sistema de semblantes»[4] subordinado a lo real, ante manifestaciones extremas de la «adicción» de goce del cuerpo hablante es insuficiente la referencia clínica de la oposición neurosis y psicosis. Estos casos, podemos decir, «realizan» las formulaciones lacanianas sobre el cuerpo: como superficie de inscripción, adorado, mutilado, recortado, agujereado, modificado; incluso conforme a semblantes de higiene y salud. Y en el lazo con otros cuerpos, nuevas modalidades donde lo singular es subsumido en las comunidades de goce y sus semblantes.
¿Qué lleva a este parlêtre a consultar a un analista? ¿Qué funciona en cada caso como arreglo-desarreglo respecto al nudo: imagen, significante y goce?
NOTAS
- Lacan, J.: El Seminario 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 2004, págs. 32.
- Miller J.-A.: «El inconsciente y el cuerpo hablante», presentación del tema del X Congreso de la AMP, de Rio de Janeiro 2016, www.wapol.org/es/artículos/Template.asp?intTipoPagina-4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intidiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intidiomaArticulo=1
- Lacan, J.: El Seminario 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006.
- Ibíd (2)
Laura Ambrosino
Si decimos que el goce es singular… ¿cómo pensar los agrupamientos de las llamadas tribus urbanas?
Esta época conceptualizada como la época del Otro que no existe, se caracteriza por el declive de la función paterna, la decadencia de la función del ideal y la promoción del objeto a como plus de gozar.
La inexistencia del Otro ha producido nuevas formas de lazos sociales y culturales.
Nuevas modalidades de lazos que llevan a la conformación de agrupamientos, comunidades de goce, constituyendo las denominadas tribus urbanas. Estas comunidades se organizan ya no en torno a un ideal sino a un objeto. No se representan por significantes rectores, sino por maneras de gozar. Los sujetos se toman idénticos a sus supuestas inclinaciones adoptando en general el nombre de las mismas, «perdiendo« cierta singularidad para formar parte de una clase.
Pero esta designación «comunidad de goce» plantea una contradicción. Comunidad se refiere a lo común, propio de todos. Si decimos que el goce es singular, de cada uno, lo que no es común, por lo tanto no hace comunidad, cómo pensar las comunidades, los agrupamientos.
Ante la lógica del no-todo que rige la época, ¿los agrupamientos son un intento de volver a constituir un todo, función que le estaba asignada al Padre? ¿Son un modo de a partir del «todos iguales» intentar borrar lo singular del goce de cada uno, de igualar lo inigualable?
E. Sinatra dice: «Tal modificación afecta la modalidad de agrupamientos urbanos que responden al estallido de lo universal y que, en aras de volver a constituir un todo, se refugian en micrototalidades: sistemas abiertos que agrupan a sus integrantes por identificaciones a un rasgo a partir de la coalescencia de saber y goce…»[1]
NOTAS
1. Sinatra E: L@s nuev@s adictos: la implosión del género en la feminización del mundo, Tres Haches, Bs. As., 2013.