Integrantes: José María Damiano, Laura Aranciaga, Carlos Davicino, Andrea Perazzo, Gisel Waingad
«La histérica no es una mujer. Se trata de saber si el psicoanálisis tal como lo defino da acceso a una mujer, o si que una mujer advenga es asunto de doxa, como lo era la virtud».
Lacan J. El Seminario 18.
De la lógica masculina a la sexualidad femenina
Si de reformulaciones de la práctica se trata, comenzaremos por recordar que el recorrido que va de la verdad al goce es inseparable de la promoción y la revalorización de la sexualidad femenina en psicoanálisis. Si se quiere, la primera reformulación de la práctica operada por Lacan fue la de restituir o instituir el lugar de la sexualidad femenina en la práctica y en las instituciones analíticas.
Tomamos como punto de partida de nuestro trabajo la orientación marcada por J-A Miller en su curso De la naturaleza de los Semblantes (1992), no sin recordar que es el año de la fundación de la Escuela de la Orientación Lacaniana en Buenos Aires (EOL), y que la conferencia dictada el 10 de marzo de 1992, oportunamente publicada, se tituló «De mujeres y semblantes».
Del Nombre del Padre al Falo
En esa época, la brújula de la orientación lacaniana ubicaba su norte en el horizonte de lo que se llamó más allá del Edipo, incitando a los analistas con fórmulas tales como: «¡Psicoanalistas, un esfuerzo más para ser científicos!», orden silenciosa de Lacan que atraviesa el Seminario 11 y se extiende al menos hasta el comienzo de su última enseñanza.
Ese esfuerzo consistía en reubicar el lugar del padre en psicoanálisis, lo que implicaba someter a análisis el deseo de Freud mismo como fundador de la disciplina, precisando ya que: «la escritura del discurso analítico es el psicoanálisis más allá del Edipo», es decir, el psicoanálisis menos el deseo de Freud, para resumir en una formula ultra simple la inmensa tarea de deconstrucción de los mitos freudianos del padre, emprendida por Lacan en los seminarios 17 y 18.
A tal fin, los obstáculos fundamentales que acompañaron las elucubraciones de Lacan al respecto fueron la coordinación del complejo de Edipo con el complejo de castración, y la superposición del Nombre del Padre con el falo tal como puede leerse en su clásica escritura de la Metáfora Paterna: al enigmático Deseo de la Madre el significante del Nombre del Padre lo significa como falo.
Sin embargo, siguiendo las indicaciones de lectura de J-A Miller, anotamos que a partir de «La significación del falo» comienza a elaborarse cada vez más claramente una disyunción entre el Nombre del Padre y el falo. En ese texto, ya puede leerse que el significante impar falo, no depende del Nombre del Padre y la significación fálica no es referida a él sino al significante como tal.
Según la reconsideración que Lacan hace del tema en el Seminario18, dos cuestiones lo llevaron a ese error. En primer lugar, la clínica de la psicosis y el papel preponderante que en ella tiene el Deseo de la Madre, es decir, el correlato entre Nombre del Padre y falo. Y en segundo lugar – queremos destacar esto – la clínica de la histeria que llama al Padre para que hable del nombre mudo del falo.
De la histeria a la mujer
Circunscribimos así, en las coordenadas del más allá del Edipo, el esfuerzo de diferenciar la histeria de la mujer. Muchos problemas vinculados con la mujer permanecieron ocultos bajo el nombre de histeria.
«En psicoanálisis hay una manera de manejar la categoría clínica de histeria que aplasta completamente la de la verdadera mujer, es entonces que se puede dirigir al analizante femenino hacia el lado del postizo. Es decir, como si sólo hubiese dos salidas posibles: la histeria o el postizo.» [1]
Veinte años más tarde ¿qué responderíamos a este planteo? ¿Cuál es el estado actual de esta cuestión? ¿Cuáles han sido las consecuencias en la práctica analítica actual de lo trabajado sobre este problema? Si acorde al psicoanálisis que profesamos hoy adoptamos la inversión de perspectiva que introduce el parlêtre, ¿qué orientación proponemos para este problema puntual desde la orientación lacaniana?
Sexualidad histérica y sexualidad femenina
Nos serviremos para ello de dos recursos.
En primer lugar, una referencia teórica tomada de «El seminario 21, Los Nombres del Padre».
Allí Lacan utiliza el término identificación sexuadapara afirmar que sólo en las mujeres es posible hablar de ello, ya que en el hombre no hay vinculación con un sexo distinto del suyo. Sólo puede hacerlo a partir de ubicar a una mujer como falo o como objeto a de su fantasma y – en principio- ni entiende, ni se interesa en el otro sexo. El hombre es siempre hommo-sexuel. Mientras que para la mujer, en la elección de su partenaire, la presencia del falo como órgano y como modo de gozar es algo que toma un valor fetichista. Esto ya había sido escrito en «La significación del falo», a propósito del deseo y la demanda:
«Pero el significante de su deseo propio lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien se dirige su demanda de amor. Sin duda no hay que olvidar que por esta función, el órgano que queda revestido de ella toma valor de fetiche.»
Es decir, el hombre se orienta en su elección torcida por el objeto a, mientras que en la mujer el órgano falo, como representante del sexo masculino, es una condición presente en su interés y en su elección.
Pero no sólo eso sino que participa también del goce fálico por haber pasado por la etapa fálica en el complejo de Edipo, y de esa manera puede hacerse alguna imaginación de lo que es el sexo masculino, al menos hasta ciertos límites.
Es por eso que en esta lección Lacan nos va a proponer que una mujer se posiciona en las cuatro fórmulas de la sexuación. Viniendo del lado derecho – lado femenino de las fórmulas- pasa y se posiciona también en el lado izquierdo, en las fórmulas de lo masculino.
El aspecto que nos hace utilizar esta lección en el abordaje de nuestro tema es que si el lado derecho de las fórmulas hace a lo que ella es como mujer, el lado izquierdo (masculino) corresponde a lo que es su histeria; cada uno con su modo de gozar correspondiente, el lado histérico y su relación con el goce fálico y el lado derecho, que abre a partir del no-todo al goce femenino.
Podemos decir que la histeria fue para Lacan, primero una estructura clínica, luego un discurso, y ahora – a partir del Seminario 18 – es también cuantificable a nivel de las fórmulas de la sexuación.
Es entonces que puede plantearse que, en tanto una mujer pasa por inscribirse en las fórmulas masculinas, se posiciona en el universal para todo x Fi x, y puede ser ella La mujer con mayúsculas, la que no existe, y proponerse como tal al deseo del hombre. Es la histeria la que cuantifica a la mujer como toda y se disfraza de objeto a en una versión siempre universal y masculina. Leemos en ello que: «es para ser el falo que ella rechazará una parte esencial de su femineidad, concretamente todos los atributos, en la mascarada»
Son estas mismas inscripciones las que permitirán plantear una cierta paradoja en el amor de una mujer: identificada al universal masculino quiere al hombre todo para ella -y es allí donde se originan sus celos sintomáticos -mientras que en tanto mujer, ella no es nunca toda de nadie, (incluso es siempre no-toda de alguien); por más entrega amorosa que haya, su goce femenino queda en su cuerpo, no se cede.
Es en tanto histérica también que ella encarnará en sus síntomas al menos uno que dice no al goce fálico. Queremos recordar aquí que en el Seminario 18 Lacan establece que es una política de la histeria ir de a uno, el almenosuno (hommoinzin) hace a la elección de su partenaire: del son todos iguales al al menos uno que no. Necesita al partenaire castrado y se ocupa de ello. Pero si consigue articular a ese hombre algo de lo femenino este se convertirá en nomasdeuno (papludum).
Ambos lados hacen al parlêtre femenino. No se habla aquí sólo de histeria cuantificada sino de las identificaciones sexuadas (de goce) de una mujer. Por lo tanto, finalmente,curarse de la histeria en análisis ¿qué querrá decir? ¿Cuáles son sus límites? ¿Se trata de un cero de histeria en alguien que se sostiene todo el tiempo como no-toda del lado derecho de las fórmulas?
Respecto de la cuestión más restringida de sexualidad histérica – sexualidad femenina, ¿se trata de un o bien una o bien la otra? ¿O se tratará de un acceso, un pasaje posible, y siempre contingente, de un lado al otro de las fórmulas?
Estas cuestiones sólo pueden ser respondidas uno por uno. ¿Qué nos dicen los testimonios de los A.E.?
Testimonio de Pase: Ana Lucía Lutterbach Holck
El primer marido era sobrino de su padre y por lo tanto llevaba su nombre. Amor cortés donde ella ocupaba la posición de objeto supervaluado. Identificada al objeto ideal, pero no sin prescindir de la carne y el hueso, sostenía la bella imagen falicizada que encubría el cuerpo todo erotizado, por donde la pulsión navegaba sin límite y sin destino, produciendo un exceso de sexualización.
En un cuerpo así, donde las zonas erógenas estaban diseñadas en líneas frágiles e indefinidas, lugares sorprendentes se volvían excitables, y nada sucedía donde debía suceder. Los placeres preliminares funcionaban como una especie de sublimación, como una forma precaria de protección o mediación al goce genital vivido como amenaza a la integridad del cuerpo.
El segundo casamiento fue con alguien que, a pesar de ser desconocido era, «coincidentemente», de la misma ciudad distante de su padre y llevaba, una vez más, el mismo nombre.
No eran sólo los significantes que se repetían; después de escapar de la devastación, al encontrar una nueva pareja le trasmitía, tal como Justine, las coordenadas de su goce masoquista, concediendo así el modo de reproducirla. Ahora ya no identificada al ideal sino al objeto del fantasma perverso, la sexualidad encuentra en el órgano su destino fálico.
La separación entre S1 y a alcanzada en la etapa anterior, más allá de los efectos terapéuticos creó los medios para la construcción del fantasma y una nueva experiencia libidinal, un nuevo amor. El tercer casamiento escribió un otro nombre y un otro lugar, el de la causa.
Luego de una proliferación de sueños de angustia, llenos de detalles y de sentidos, surge un sueño simple- es una escena: un perro defecando un paté es mirado por un joven. Están en el sueño las diversas versiones del objeto: objeto anal, objeto mirada, el falo y el objeto de la fobia infantil.
La interpretación sin sentido del analista, «ese paté es usted», y el corte de la sesión, tuvo como efecto un deslizamiento de sentido: hacerse perro, hacerse «pate» (para tener), hacerse «pave» (para ser vista), hacerse «pa-cume» (para ser comida), hacerse «pra tudo«, y finalmente «pastout«. De la serie de sentidos surge un sin-sentido, «pastout«, un significante de la falta en el Otro, S(A) tachado.
La identificación al objeto anal indica, en la vertiente de goce, la posición en relación al Otro, tanto de retenida, -objeto fálico precioso-, como de caída, -objeto de desecho-; y, en la vertiente significante, da un sentido cómico al bella, es decir, bella como una bella mierda. Del «pate» al «pastout«, de lalangue a lalengua del psicoanálisis, se revela lo real de la estructura femenina; se concluye que sólo hay relación contingente.
Identificada al objeto idealizado o al objeto perverso, la mujer se satisface en el goce fálico. La vagina no es una zona erotizada en la relación primordial con el otro, como ocurre en las zonas oral, anal y fálica; ella permanece desconocida y su descubrimiento exige otra tarea. Es concediendo a ocupar el lugar de objeto causa de deseo, que la mujer encuentra destino para la feminidad. Se trata entonces de una deducción lógica que proviene de la disolución del Edipo, es decir, es necesaria la extracción del objeto y la confrontación con el agujero en el Otro para que la sexualidad se suelte de las zonas erógenas previstas en la organización infantil perversa polimorfa y encuentre en el agujero su destino.
Tal vez sea por eso que el amor toma importancia para una mujer, principalmente si fuese una histérica, pues es a través de él que ella procura realizar algo de lo sexual. Una mujer devastada en su relación con la madre, elige para amar a un hombre que cumple la función en el fantasma de tal manera que ella pueda ocupar el lugar del objeto masoquista. El amor puede así, tomar las formas más locas y variadas en esa búsqueda para dar lugar a lo real que resta en el ejercicio del goce fálico.
La mujer no existe y no es posible volverse mujer de una vez por todas, lo imposible no es eliminable, pero una vez que un cierto calculo fue realizado, ella puede encontrar cada vez un saber -hacer con eso (savoir y faire).
Finalizamos con una cita de Silvia Salman de su artículo: «Un real femenino», que sintetiza maravillosamente lo que hemos querido transmitir en este trabajo:
«Histeria y femineidad son dos modos diferentes de estar en una cierta relación con el falo y por ello pueden convivir en una mujer, especialmente si ella está analizada. ‘Devenir mujer’, tal como lo plantea Freud en la conferencia sobre la feminidad, o ‘volverse mujer’, tal como lo propone Lacan, distinguiendo este acto de la pregunta histérica, implica una transformación que no depende ni del tiempo, ni del desarrollo ni de ningún progreso lineal o estructural.
¿Depende de una experiencia de análisis?
Pienso que sí. Que un psicoanálisis puede dar acceso a una mujer, por vías que le son propias: la de desbaratar la defensa neurótica que se construyó en el encuentro con el no hay relación sexual y la de acceder a un goce que ya no ignora lo inexorable de esa ausencia.»
BIBLIOGRAFÍA
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- Miller, J-A. «Clínica de la posición femenina». En: Introducción a la clínica lacaniana. Editorial RBA Libros, S.A., 2006.
- Miller, J-A. «La elección del objeto sexual». En: «Sexos y Psicoanálisis«, Revista Registros, Tomo Dorado, Año 9 -2008.
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- Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2004.
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- Lacan, Jaques. «Seminario 21, Los Nombres del Padre». Inédito.
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- Autores Varios. Del Edipo a la sexuación. Paidós, Colección del Instituto Clínico de Buenos Aires, 2005.
- Vinciguerra, Rose Paul. «El falo: residuo que verifica». En: Virtualia # 21. (http://virtualia.eol.org.ar/021/template.asp?Ecos-del-VII-Congreso-de-la-AMP/Falo-residuo-que-verifica.html)
- Brousse, Marie-Hélene. «En Miami, o el síntoma como símbolo sexual». En: Lacaniana nº15, Grama ediciones, Buenos Aires, 2013.
- Mauas, Liliana. «Un desorden creciente en la sexuación». En: Lacan Cotidiano N° 245. (http://www.lacanquotidien.fr/)».
- Salman, Silvia. «Un real femenino». Virtualia # 27. http://virtualia.eol.org.ar/027/template.asp Hacia-el-congreso-de-la-AMP/Un-real-femenino.html
- Borderías, Andrés. «Las fórmulas de la sexuación en el Seminario Aún». http://nucep.com/publicaciones/la-sexuacion-en-el-seminario-aun/
- Indart, J.C. «El desanudamiento de la posición sexual masculina». En: Sexos y Psicoanálisis. Revista Registros, Tomo Dorado, Año 9 -2008.
- Indart, J.C. «Nudos, hombres y mujeres». Curso 16–04–10 Seminario diurno EOL. Inédito.
- Indart, J.C. Entrevista realizada para este trabajo. Inédita.
NOTAS
- Miller, J.A. «Clínica de la posición femenina». En: Introducción a la Clínica Lacaniana. (Conferencia de clausura «El Otro sexo y la clínica de la posición femenina». IX Jornadas del campo Freudiano en España. Barcelona 14 y 15 de marzo de 1992).