Integrantes: Carlos Jurado, Cecilia Fasano, José Ioskyn, Marisa Saad, Manuel Carrasco Quintana
Introducción
Sabemos que el campo de la interpretación no es exclusivo del psicoanálisis. De modo que se trata de un término que el psicoanálisis toma prestado y comparte con la teología, la filología, el derecho y la crítica literaria. No obstante nadie duda que se trata de un término que ocupa un lugar privilegiado en la doctrina psicoanalítica en general y en el campo lacaniano en particular.
Para el presente comentario, que estará orientado por el tema de la interpretación en la práctica psicoanalítica, tomamos como punto de partida el año 1964. Es en el Seminario 11 donde Lacan afirma que: «Es falso que la interpretación esté abierta a todos los sentidos, (so pretexto de que se trata) esto por tratarse sólo del vínculo de un significante con otro significante, y, por tanto, un vínculo sin pie ni cabeza. (…)
«Que el efecto de la interpretación, como se ha dicho, sea aislar en el sujeto un hueso, un Kern, para decirlo como Freud, de non-sense, no implica que la interpretación misma sea un sin- sentido» [1]
El problema que desarrolla Lacan en este seminario es el de la presencia del objeto. Hay dos extremos, por un lado el significado y el síntoma y por otro el significante y el deseo, pero ¿qué hay entre? Ubica ahí a la sexualidad, que se manifiesta como obstáculo a la cura vía las pulsiones parciales, y es justamente lo que hace que la experiencia del análisis no sea una hermenéutica. Si no existiera la presencia de la sexualidad, bajo la modalidad de las pulsiones parciales, entonces la interpretación se trataría sólo de un desciframiento, una relación entre el significante y el significado. Sin embargo, la presencia de la sexualidad es la que hace obstáculo a la interpretación-desciframiento. La sexualidad aparece entonces como una interferencia entre lo reprimido y la interpretación. La dimensión del goce hace obstáculo a la interpretación y le plantea la necesidad de modificarse.
Al introducir las pulsiones parciales, hay separación del Otro en la medida en que la pulsión se satisface a sí misma. Si no pasa por el Otro, no es descifrable. El efecto de verdad no es suficiente en relación al goce. La interpretación clásica muestra a partir de allí sus límites.
El inconsciente intérprete en Freud
El inconsciente opera por interpretación. Eso hemos aprendido en estos últimos años. Quisimos buscar un ejemplo en un recorte clínico, y elegimos un sueño que el propio Freud relata en La interpretación de los sueños. El relato de Freud: «madre querida con una expresión durmiente, de extraña calma en su rostro, que era llevada a su habitación y depositada en el lecho por unos personajes con pico de pájaro». Freud asocia con las ilustraciones de la Biblia de Phillipson, lo cual lo remite a la sexualidad a través del coito, que en su lengua natal se pronuncia de manera similar a los pájaros. Sobre el proceso del sueño dice: «la interpretación llevada a cabo en el sueño mismo por la elaboración secundaria ha de haber sido, pues, que la madre moría […] en esta angustia desperté y no cejé hasta despertar a mis padres. […] Recuerdo que me tranquilicé de repente cuando tuve a la vista a mi madre […] ella no ha muerto entonces». «Pero esa interpretación secundaria del sueño se produjo ya bajo la influencia de la angustia desarrollada». Y finalmente (por último) concluye: «Ahora bien, mediando la represión, la angustia admite ser reconducida a una apetencia oscura, manifiestamente sexual…» [2]
En primer lugar Freud advierte que el sueño mismo es una interpretación y en segundo lugar que el sueño es una tramitación secundaria de la angustia. La impresión acerca de la muerte de la madre, presente en el sueño, es una lectura inconsciente del real en juego, la madre como objeto de deseo incestuoso.
Entonces, ¿qué lugar queda para la interpretación del analista? Como señala Lacan el sueño es una interpretación salvaje a la cual el analista agregaría una «interpretación razonada».[3]
Nos hemos preguntado, a modo de juego, qué dirían en un caso así analistas de distintas orientaciones y supusimos las siguientes opciones:
- Opción 1: Interpretación freudiana: al encontrar el deseo incestuoso y a su madre como objeto de deseo sexual, hemos terminado el análisis.
- Opción 2: Interpretación kleiniana: tenga cuidado, va a venir el padre-pájaro a cortarle lo que ya sabe.
- Opción 3: Interpretación del analista en el lugar del muerto: silencio
- Opción 4: Interpretación que apunta al Otro que no existe: bosteza, hace de cuenta que nada se ha dicho.
- Opción 5: Interpretación de resonancia libidinal: el analista hace el gesto de volar, con las manos, y simula el sonido de un pájaro.
El Sujeto supuesto Saber
Si el sujeto supuesto saber es solidario de la verdad o, para ser más precisos, se inscribe en ese mismo lugar, ¿qué consecuencias podemos pensar en relación con la interpretación? Cuando se analiza el inconsciente, el sentido de la interpretación es la verdad.[4] Esta afirmación de Miller es solidaria de los desarrollos clásicos de Lacan, en el cual el deseo del analista apunta a hacer surgir esa dimensión del ¿qué es lo que eso quiere decir?, como enigma intrínseco a toda articulación significante; esta modalidad nos pone de cara frente al modelo de la interpretación como alusión, es la célebre imagen del dedo de San Juan de Leonardo apuntando al vacío. El vacío que será la nada misma, el objeto a del fantasma y el goce prohibido, o un índice señal de lo indecible, situando una x que operara como función de vacío a lo largo de un análisis. En lugar de la significación última no hay más que un vacío.
Bajo la axiomática de la primacía del Otro y del inconsciente estructurado como un lenguaje la interpretación apuntaba a la verdad y el deseo, y la consecuencia lógica era el desciframiento de un discurso articulado por el lenguaje. El deseo del analista es la posibilidad de obtener la diferencia absoluta entre el Ideal y el a. La interpretación debía pues apuntar a producir esa diferencia.
Otra perspectiva a realizarse en el análisis es pensable vía la repetición. Situar que implica algo nuevo tiene que ver más con la segunda fórmula de la cura de Freud: Donde eso estaba, el sujeto -y Lacan agrega lo real- debe advenir. Algo nuevo vendrá. Es preciso dejar lugar al vacío para posibilitar el surgimiento de un saber hacer con, que es a inventar. Es decir que la cura debe dirigir al sujeto al lugar de su causa real, ésta es la dirección que plantea Lacan.
Los analistas y su época
Germán García y Jorge Chamorro fueron consultados con la siguiente pregunta:
–«¿Usted cree que la época requiere volver a pensar a la interpretación analítica?» (*)
Germán García:»No. Hace más de tres décadas publiqué un trabajo sobre la interpretación: oráculo que anticipa, autoridad que sentencia, palabra que ilumina, ley que se revela, analogía que tranquiliza, concordancia que se impone: el deseo de interpretar fabula el sentido. Como pronto se comprobará, no avancé desde entonces y siempre tengo presente algo que Jakobson dice sobre el estilo: decepción de una espera.
«No tenemos nada más bello que decir. Es de otra resonancia que se trata…» decía Lacan en «L`insu…», (19/4/77) Esa réson no es la vaguedad que parece. Se puede convencer cualquiera que consulte una clase de Le Sinthome (18/11/75), donde Lacan dice que los analistas ingleses son en realidad filósofos porque creen que las palabras no tienen efectos y, lo que es peor, imaginan que existen las pulsiones (sic) en vez de entender que «eso es el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir…»
El inconsciente «…no da más que huellas y huellas no solamente que se borran solas, sino que todo uso del discurso tiende a borrar» afirma también Lacan en «L`insu…», (16/5/77). El analista escucha la interpretación de esas huellas en el decir donde resuena el eco de un cuerpo. La interpretación resuena, creí entender, tanto en lo real (literal), como en lo imaginario (sentido) y en lo simbólico (figuraciones del Eros).
Freud afirma que sólo se interpreta aquello que el paciente está a punto de adivinar. ¿Para qué interpretar entonces? Siempre entendí que se trataba de la inclusión del analista en la Bedeutung, como una manera de sostener el sentido de lo que se llama transferencia, en tanto algo no se declina.»
Jorge Chamorro:»No considero que haya que volver a pensar la interpretación analítica por requerimientos de la época. Nuestro momento es el de profundizar lo que Jacques Lacan nos ha dejado. Para nada está dicho que su mensaje nos ha llegado plenamente. Hay que seguir trabajando por los diversos caminos que están abiertos. Especialmente en la alternativa efecto de sentido y efecto de agujero. En relación a este último punto es ilustrativo el trabajo que Gilles Deleuze realiza con la frase de Bartleby: «preferiría no hacerlo» en el texto La literatura y la vida. Es el camino alternativo al de la salud mental, que nos propone la media estadística. Esto nos permitirá profundizar el diálogo entre nuestros analizantes y su sinthome y el hombre sin particularidades (Musil) que caracteriza a nuestra época»
Síntoma cuerpo
El síntoma como acontecimiento de cuerpo hace presión sobre la interpretación. Presiona sobre el decir del analista, que tiene que esforzarse para poder tocar, en el dispositivo analítico, con palabras, el cuerpo del analizante. Suponemos que esto es posible, pero la pregunta es ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo alcanzar el cuerpo, la pulsión, la repetición, con la interpretación? Para saberlo, es preciso en primer lugar definir el cuerpo del que se trata. La interpretación que se ajusta al criterio del síntoma-goce debería poder superar el obstáculo de tocar con el significante lo que no es del campo del Otro.
El cuerpo que nos interesa es aquel que es parasitado por los fragmentos simbólico-reales que Lacan llama lalengua, una vez que el organismo se ha separado del cuerpo merced a la inserción en lo simbólico. En este cuerpo pulsional que ha sido generado por el decir es en el que habrá que incidir mediante la interpretación.
La cuestión es entonces alcanzar esta lalengua, aislarla, recortarla, hacerla visible. Esta resonancia es nuestra medida, la interpretación recurre al equívoco evocado por Lacan en El Atolondradicho, en donde el decir del analista debe hacer uso de la homofonía, del hecho cierto de que toda palabra es capaz de desprender distintas asociaciones y sentidos, y que el equívoco se salda por la ortografía, por la escritura.
Para concluir
Retomemos parte de la «Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro, 2016» de J.-A. Miller: La interpretación no es un fragmento de construcción que apunta a un elemento aislado de la represión, como pretendía Freud. No es la elucubración de un saber. Tampoco es un efecto de verdad absorbido enseguida por la sucesión de las mentiras. La interpretación es un decir que apunta al cuerpo hablante, y para producir un acontecimiento, para pasar a las tripas, decía Lacan, eso no se anticipa, sino que se verifica a posteriori, porque el efecto de goce es incalculable[5].
De modo que el decir del analista, tal como señala Germán García, más que razonante es resonante, y de esta manera busca alcanzar el cuerpo. El análisis despeja el enjambre de S1 en los que el cuerpo goza. La interpretación es la lectura de esas marcas de goce. Ya estamos lejos del desciframiento. El psicoanálisis ha avanzado por la vía del objeto, de lo libidinal, hasta llegar al cuerpo y a lo escrito, y la interpretación termina pasando por la letra y la lectura para poder incidir sobre el programa de goce. Nos toca dirimir, es también la propuesta de Jorge Charmorro, esta nueva complejidad, entenderla, aplicarla, este es nuestro desafío actual.
Digamos que la interpretación, lejos de ser aquel saber oracular, hoy presenta más afinidad con ser una irrespetuosa práctica exquisita.
* Agradecemos a Germán García y a Jorge Chamorro por haber accedido tan gentilmente a responder con cierta premura y brevedad a nuestro interrogante, que con gusto incluimos en este comentario.
BIBLIOGRAFÍA
- Lacan, J. El Seminario. Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1997.
- Lacan, J. El Seminario. Libro 16, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008.
- Lacan, J. «Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela». En: Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
- Lacan, J. El Atolondradicho. En: Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
- Miller, J-A. La fuga del sentido. Paidós, Buenos Aires, 2013, págs. 241-242.
- Miller, J-A, «El pase del ser hablante», texto publicado en la revista Enlaces N°12.
- Freud, S. «La interpretación de los sueños»(1900-1901). En: Obras completas, Tomo V, Amorrortu, Buenos Aires, 1989.
- Miller J.-A. «El inconsciente y el cuerpo hablante», En: http://wapol.org/es/articulos/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1
NOTAS
- Lacan, J.: El Seminario. Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1997, págs. 257-258.
- Freud, S.: «La interpretación de los sueños» (1900-1901). En: Obras completas. Tomo V. Amorrortu, pág.574
- Lacan, J.: El Seminario. Libro 16, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2010, pág.164.
- Cita extraída del Argumento realizado por la Comisión Científica para la Primera Jornada de la Sección EOL La Plata. Boletín I Jornada EOL La Plata – Engranajes #2 – 30 de julio de 2014
- Miller J.-A.: «El inconsciente y el cuerpo hablante», http://wapol.org/es/articulos/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=