Integrantes: Belén Zubillaga, Agustín Barandiarán, María del Pedro, Silvina Molina y Sabrina Parmigiani
Mutilados por la palabra, aunque se hayan perfeccionado las prótesis y otros lenguajes para aguardarnos.
Silenciados por la palabra, que va consumiendo sus últimos rescoldos como en un pacto indisoluble.
La palabra es una flecha ardiente que llevamos clavada. Pero afuera está el frío sin límites.[1]
Roberto Juarroz
Nos tocó el cuerpo. Tema vasto y en boga, si lo hay. Modificado a lo largo de su enseñanza por Lacan, según cómo entendiera la interpretación y el análisis mismo. Hoy, ¿nos encontramos frente al mismo cuerpo? ¿Se reformula nuestra práctica?
El cuerpo en la época
Actualmente, al cuerpo se le puede hacer de todo. Los piercing y los tatuajes, dibujar y perforar los cuerpos, no es una práctica actual. Cambiarles el sexo, fecundarlos, estirarlos, reducir, trasplantar, implantar, explantar sus órganos, sí. Ahora por todos lados se lo puede intervenir. Incluso eternizarlo. Vivir más, curarse pronto, son avances del discurso de la tecno-ciencia.
Innumerables son los beneficios y los arreglos que posibilitan. No-todos. Pero como nos orienta J-A Miller, es la época que nos conviene acompañar, para atemperar y regular sus efectos, sus impactos.
En nuestras búsquedas, recorrimos diferentes facetas y tratamientos con relación al cuerpo en la actualidad: el cuerpo en la moda y en el arte. Las body modifications, «Ken» y «la chica Animé». Las cirugías de estómago y las plásticas, el veganismo y la nanotecnología. Los juegos virtuales, los celulares con reconocimiento de voz y rostro y el uso de lo táctil.
Hasta aquí, el cuerpo fragmentado[2] de la época y sus variados abordajes y tratamientos.
Por otro lado, algunos de estos cuerpos entran en la experiencia analítica, por lo general cuando todo lo demás fracasa.
Ahora bien, el cuerpo concebido desde el psicoanálisis, es una superficie literable, vaciable, susceptible de resonancias, no es el cuerpo de la ciencia. Antes mencionamos los efectos de determinadas intervenciones de las tecno-ciencias, ahora nos preguntamos: ¿qué le pasa al cuerpo en un análisis?
Para esclarecer ello, hicimos una pregunta a analistas de la AMP: ¿cómo afecta el análisis al cuerpo? Agradecemos las respuestas, -de cuyo texto extrajimos el material que conformará el nudo de nuestro trabajo-, a Jorge Chamorro, Graciela Esperanza, Vera Gorali, Ana Ruth Najles y Ernesto Sinatra. También preguntamos a Florencia Dassen, Leonardo Gorostiza, Ana Lucia Lutherback, Mauricio Tarrab, Luis Tudanca y Marcus André Vieira ¿cómo afecta el pase al cuerpo? De sus respuestas y testimonios intentaremos extraer los pasajes que puedan iluminar cómo el cuerpo es afectado por el análisis.
El cuerpo en análisis y después: sus marcas, sus usos
El encuentro entre la carne y lalengua produce marcas, que un análisis hará resonar. Marcas que horadan el cuerpo produciendo un efecto de corporización, consecuencia del encuentro con el Otro. Un cuerpo (lalengua) entra en el cuerpo (como carne). En «Radiofonía»[3] así lo enuncia Lacan: El primer cuerpo hace al segundo, al incorporarse en él.
SegúnErnesto Sinatra, serán las resonancias de las intervenciones del analista en el cuerpo, las que reproducen esta condición del parlêtre, las que permiten situar las vías de la eficacia de la interpretación.
En el recorrido analítico estará lo que podrá ser esclarecido como inconsciente transferencial y lo que no, dado que es por estructura indecible.
El analista, si funciona como partenaire síntoma, en términos deVera Gorali, produce efecto de afecto con su decir (…) para que dure el cambio no alcanza con descifrar el sentido de los síntomas (…) es necesario alcanzarlo en su henología, la insistencia del goce Uno sin Otro (…) lo que resulta como efecto aparece como estando allí desde siempre.
SegúnJorge Chamorro,las diferentes dimensiones del cuerpo (imaginaria, simbólica y real) son afectadas por el psicoanálisis. Tener un cuerpo –precisa– implica poder usarlo en las diferentes dimensiones. Con relación a los síntomas, nos dirá que afectan el uso del cuerpo,entonces su levantamiento permitiría a cada sujeto alcanzar su uso. Así,en sus palabras, encontramos al principio del análisis un cuerpo que sólo duele. Luego, ese mismo cuerpo se erotiza, se hace alpinista… Lo que sí debe quedar claro –concluye– es que debajo de los trastornos de los cuerpos no hay «una razón» (axioma de la Ilustración: «todo tiene una razón») sino un goce que debe ser tratado por los caminos de la interpretación.
El testimonio de Luis Tudanca[4] nos permite esclarecereste punto:que un cuerpo que no para de hablar, de ponerse colorado, de sufrir síntomas físicos, puede –vía un análisis– detenerse, callar, hacer del silencio un resto. Pasar de la verborragia y la disfonía a un silencio atento, próximo al silencio del analista. Del ruido al eco del silencio real. Esa vivificación instaura un cuerpo menos rígido, sin tantas tensiones, que permite una ramificación de la satisfacción sin tanto exceso.
En cambio, en Marcus A. Vieirala salida del análisis se presentó cuando la voz del Otrono resonó más como un trueno o como silencio sobre un cuerpo-sujeto, sino en un cuerpo litoral. Mi cuerpo, tomado por el fantasma, se vivía como el de un mosquito, leve, listo para volar en una lucha de picaduras y partidas. Ese cuerpo era el del Otro y tenía un centro, el pecho (…) allí resonaban las intervenciones sonoras del analista reaccionando a la voz distinto que al tambor. Pudiendo pasar de la voz que provoca el acontecimiento de cuerpo tambor al acontecimiento de un Otro cuerpo. Ese pasaje le permitió tener otra relación con las mujeres: poder amarlas menos por su locura (trueno) y más por el modo en que se arreglan con un real que las ultrapasa.
Veremos ahora el impacto del análisis sobre los cuerpos, en testimonios de analistas mujeres.
Nos gustaría destacar algunos puntos del testimonio deA. L. Lutterbach Holck, a quien el análisis le permitió situar la identificación al objeto ideal que sostenía la bella imagen falicizada, y la identificación con el objeto del fantasma perverso. En ambas identificaciones, la mujer se satisface en el goce fálico dejando (en su caso) un resto que producía dolor y humillación. Con lo cual era preciso dar un paso más en el análisis.
Podemos leer allí cómo pudo pasar de un cuerpo todo erotizado, ofrecido a laerotomanía y al masoquismo, de la posición de objeto desecho del fantasma masculino a otra versión del cuerpo. Una versión en la que pudo consentir a ocupar el lugar del objeto causa del deseo de un hombre como destino para la feminidad. Nos dice: Así la sexualidad se suelta de la zonas previstas en la organización infantil, y encuentra en el agujero su destino. Sin embargo, aclara que como lo imposible no es eliminable, no se trata de un pasaje a un cuerpo de mujer, de una vez y para siempre, sino que se trataría de encontrar, cada vez, un saber-hacer con eso.
Por otro lado,Florencia Dassencompartió con nosotros una interpretación inolvidable de su análisis después del pase, interpretación que afectó su cuerpo. Le escribe a su analista para contarle acerca de la presentación del libro de una colega y él le responde: las invenciones de X no son suficientes como para olvidar que así también se roba una parte de la vida. Estas palabras la dejaron perpleja y con un enigma. ¿Cómo se puede robar una vida? Percibe entonces que quedaba un resto de goce escópico por vaciar, porque en el robo de la mirada o en el robo del hombre, testimoniados en aquel pase, existía aún una captación posible del contorno de un objeto libidinal. Una mirada rasgada fue la nominación de lo pulsional en juego, en aquella oportunidad. En cambio, en el robo de una vida hay un paso más, ya que pese a sus esfuerzos, eso no tenía imagen posible. Esto nos enseña cómo una intervención puede provocar la ruptura de la dimensión del semblante (…) ruptura que disuelve la forma, lo bello, y toca un real irrepresentable: la vida misma.
Vemos así cómo se produjo –para ella– ese pasaje de una mirada rasgada, que guarda secretamente un resto de aquella posición heroica femenina, un resto de cuerpo glorioso, a un cuerpo nuevo, a un cuerpo agujereado y afectado por un plus de vida: hay un sentimiento de haber hecho lugar a lo imposible; eso deja vivir.
Fin de análisis, sinthome y deseo del analista
Por otro lado, el pase también produce efectos en el cuerpo, más allá de los producidos por el análisis y su culminación. Mauricio Tarrabnos brindó esta preciosa anécdota: «Escuché alguna vez a JAM citar a un general que se preparaba para una batalla, decirle a su cuerpo «¿Tiemblas…? y eso que todavía no sabes adonde te llevo», refiriéndose a cómo vivió él el momento del pase, el encuentro con los pasadores, que un sueño cifró como un «examen de matemáticas».
Para él, el análisis y el pase invirtieron la lógica de la lectura adivinatoria de las estrías producidas al quemar el caparazón de una tortuga, que refiere Lacan en «La instancia de la letra«. Más que un texto, escritura, que al ser descifrado respondería a los enigmas de la vida, dirá: «El análisis y en especial el pase invierten ese movimiento. Agotada la lectura, así la marca en el funcionamiento mismo del trozo de real del cuerpo implicado en el sinthome».
Si pensamos al sinthome, según Ana Ruth Najles, como el acontecimiento de cuerpo producido por la intromisión del lalengua en el organismo de un ser parlante, será la interpretación la que incida sobre ese goce del cuerpo. Siendo el equívoco, el arma contra el sinthome.
Por otro lado, se verifica en el testimonio de Leonardo Gorostiza[5] que vía el equívoco entre calzador y cansador, se abrió la vía para la emergencia del deseo del psicoanalista como separador, como descalzador. Pasaje así de un no cesar de pensar (calce imposible entre significantes)a un descansar-descalzar, que da lugar -dirá- a la afirmación de una satisfacción frente a una nueva alianza con el goce, con el advenimiento de un nuevo significante amo: el-calzador-sin- medida.
A modo de conclusión
Frente al cuerpo forcluído de la ciencia, nuestra práctica consiste –aún– en el encuentro de dos cuerpos: uno que habla, otro que lee en lo que escucha.
Si el análisis implica la zambullida imprescindible en el engaño del inconsciente, la transferencia y el SsS, ¿cómo analizar al parlêtre que no se deja zambullir ni engañar? Concebir el cuerpo del parlêtre en tanto traumatizado por lalengua abre la posibilidad de reformular la interpretación más allá de la verdad, como resonancia de la pulsión, en tanto el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir[6]. Escritura en términos de acontecimientos de cuerpo. Cuerpo así dócil a la intervención del analista.
Entre verdad y goce transitan los aportes que hemos incluido, donde los cuerpos afectados por el análisis dan cuenta de efectos semejantes a los que le dieron vida. Nuevas marcas que posibilitan nuevas satisfacciones, nuevos usos.
En palabras de J-A Miller, el inconsciente mismo es una elucubración de saber sobre el cuerpo hablante. Es del cuerpo de donde se extrae el goce para el que trabaja el inconsciente. Todo lo que el análisis puede hacer es conformarse a la pulsación del cuerpo hablante para insinuarse en el síntoma. Cuando se analiza el inconsciente, el sentido de la interpretación es la verdad. Cuando se analiza al parlêtre, el sentido de la interpretación es el goce. Este desplazamiento de la verdad al goce da la medida de aquello en lo que se convierte la práctica analítica en la era del parlêtre.[7]
NOTAS
- Extracto de poesía aportada por Graciela Esperanza. Endemoniados por la palabra. En la Undécima poesía vertical 1988, IV.42.
- Laurent, E. «Los objetos a«. Conferencia en la Biblioteca Nacional. 2007
- Lacan, J. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 431.
- Tudanca, L. «El objeto voz y sus derivados». En: Enigmas del cuerpo n° 4. 2013
- Gorostiza, L. Pienso luego se goza. NEL. 2012.
- Lacan, J. El Seminario, Libro 23. Paidós, Buenos Aires, 2006.
- Miller, J-A. Presentación del X° Congreso de la AMP. Río de Janeiro 2016.