Por Rosana Salvatori
“La Escuela como experiencia” fue el tema bajo el que convocó la Instancia Diagonal de la EOL- Sección La Plata, una segunda noche de trabajo de la Instancia compuesta por Carlos Jurado, Paula Vallejo, Viviana Mozzi y Ricardo Seldes
Cada uno de ellos presentó un trabajo preciso y orientador en el que la enunciación propia se puso en juego. El efecto de conversación provocado, hizo de la Noche un verdadero trabajo de Escuela. La coordinación estuvo a cargo de la Directora de la Sección: Marisol Gutiérrez, quien, con sus “preguntas exactas”, según señaló Seldes, resaltó los puntos nodales de cada apuesta.
Decantó en el transcurrir de las ponencias que el apoyo en textos comunes como la “Proposición del 9 de octubre” de Lacan, la “Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela” de J.-A. Miller y otros, permitió a cada uno cernir el rasgo propio en la transmisión.
El hilo rojo recorrido fue el modo de abordar el concepto de experiencia en su entramado con la Escuela sostenida en un vacío: no se sabe qué es un analista.
Carlos Jurado planteó que si la Escuela es interpretable, hay que poder ubicar al Otro barrado e intentar que en cada ocasión surja la inconsistencia que convenga aunque esto no se sepa de antemano, es algo que se juega en la experiencia. Citó a Miller cuando dice que él está a favor del riesgo, no de la prudencia. Cuando se acepta un cargo de gestión, la permutación da lugar a la tyche sobre el fondo del automaton. La función que se asume será a riesgo propio.
Viviana Mozzi por su parte, ubicó a la Escuela como quinto concepto siguiendo a Miller. La Escuela como experiencia libidinal de cada uno y como experiencia de lo real, afirmó, siendo el discurso analítico el modo de tratamiento. Destacó el lazo con el pase como el lugar donde el psicoanálisis “juega su partida” y ubicó a la Escuela Una como experiencia translinguística, aclarando que ese Uno no hace un todo en tanto lo múltiple se aborde desde lo singular con una orientación común.
Se preguntó ¿cómo tratar hoy el real que habita la Escuela, su agujero?: mantenernos a distancia de los efectos imaginarios y que lo simbólico (de los estatutos) sea no-todo, fue su propuesta.
Paula Vallejo recorrió el tema de la Noche destacando que la Escuela es una experiencia inaugural en el sentido de la experiencia analítica. Inaugura un sujeto supuesto saber. En la Escuela todo es analítico, por tanto, interpretable. Ofreció un ejemplo de su función en la gestión señalando que fue por la vía del tropiezo que entendió de un modo “abrupto” que hace falta pasar por la experiencia y consentir a la interpretación de la Escuela que supone la confianza en ella. Esa interpretación viró hacia su propia enunciación: “En la Escuela se trata de andar un poco en auto, un poco en colectivo”, elaborando de este modo un saber propio, ese que no es posible protocolizar ni en la gestión ni en un análisis.
Finalmente, Ricardo Seldes nos transmitió su hallazgo: “hay una asociación encubierta entre experiencia y peligro” dijo, tomando en cuenta la etimología de la palabra. Remarcó el factor tiempo, la paciencia y el decir que sí, saber esperar, en tanto lo real es “imposible de forzar”…”aprender a aburrirse”. Cada discurso es una práctica del decir y un modo de arreglarse con el goce. ¿Podremos solicitarle paciencia a la Escuela sujeto?, preguntó. La propuesta fue pensar a la Escuela como comunidad de experiencia del agujero en el saber y hacer con ese no hay, la Escuela.
La Noche cerró con la conversación entusiasta, otro modo de abordar la experiencia de Escuela, la de cada uno concernido en el bello peligro de tomar la palabra y dar así “otra vuelta de tuerca” a ese trozo de saber que nos llevamos en el bolsillo para continuar en el trabajo de hacer la Escuela.