¿Cómo llegué a escribir mi rasgo? Es la pregunta con la que nos convoca María Laura, en esta nueva noche de carteles.
Consentir al cartel, así podría definir mi manera de entrar por esa puerta (que aparece en el afiche), algo que funcionaba hasta entonces, para mí, como aquello desconocido que hacia ruido. De eso no sabía, pero tampoco quería saber.
La experiencia del cartel, llego tarde para mí. Seminarios, coloquios, grupos de estudio, jornadas, etc. Pero de cartel nada.
Fue la invitación de una colega amiga, quien muy entusiasmada con la experiencia del cartel me invitó de manera muy insistente a cartelizarme. Su entusiasmo hizo mella. En un momento en que mi relación con la institución en la que venía trabajando hacía varios años, tambaleaba.
En aquella ocasión, mi respuesta fue ¡sí! No lo pensé.
Ya en el primer encuentro con el más uno se evidencia, al menos para mí, la relación que sostenía con el saber y con el psicoanálisis mismo, lo que me dejaba por fuera no solo de la experiencia del cartel, sino sola. Se rasgaron las vestiduras. El cartel, me confrontó con mi neurosis.
Es en mi experiencia, el paso del monólogo que se satisface en soledad, al diálogo con otros.
Llegamos al encuentro casi podría decir con una consigna, «queremos trabajar, El partenaire -síntoma» causa común, al grupo de amigas. Pero, aquello que parecía ser homogéneo, lo que nos reunía en el principio, dio lugar a una heterogeneidad y la diferencia pasó a ser lo que nos reunía. El más uno supo producir el remolino necesario, tenía que dar cuenta de las razones que me llevaban a estar allí. Hoy lo puedo leer así: «cada uno, a sus marcas».
Fue necesario un tiempo en mi experiencia para llegar a escribir mi rasgo. Cuando ya estaba trabajando, el rasgo me encontró y, él mismo, me trabajó hasta el final del cartel. Resonancias de una frase repetida para mí «me cuesta escribir», que retornaba una y otra vez.
Fue el forzamiento de una escritura, lo que le otorgó al rasgo un relieve singular. El rasgo era «La experiencia de leer una escritura salvaje».
Decantó del trabajo en el cartel la escritura del recorrido, y la articulación con un caso de mi clínica.
La experiencia del cartel es para mí un buen encuentro que me arrancó del aburrimiento de la repetición y dio lugar a una relación inédita con el saber, haciendo lugar a la formación agujereada, aquello con lo que cada uno debe arreglárselas.
Destaco en mi experiencia la función del más uno, que agujereó de entrada el pegoteo e impidió durante la experiencia la disolución del rasgo propio.
Como producto, quedó un resto, aquello que me empuja a reunirme, en una nueva experiencia de cartel.
Marisa Saad
BIBLIOGRAFÍA
- Miller, J. A.: «Cinco variaciones sobre el tema de «la elaboración provocada», Intervención en L’Ecole de la Cause Freudienne (Reunión de los Carteles), Paris, 11 de diciembre de 1986. http://wapol.org/fr/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=10&intEdicion=3&intIdiomaPublicacion=5&intArticulo=295&intIdiomaArticulo=1