Noche de biblioteca
Reseña Actividad 22 de Septiembre de 2015, EOL Sección La Plata
Bajo el título «Kant, Sade, Lacan. Perspectivas de la ética» se llevó a cabo el pasado martes 22 de septiembre, la segunda actividad de Lecturas en la biblioteca. Contamos con la presencia de Eduardo Suárez, director de la EOL Sección La Plata y de Anahí Mallol, escritora, como invitados; la coordinación estuvo a mi cargo, Carlos Jurado.
Anahí Mallol tomó la palabra para hablarnos de Sade. Dice de él: «Hay literatura en Sade. Hay una inscripción fuerte de un estilo en la lengua. Hay un decir lo que nunca había sido dicho. Roza no solo lo prohibido, también lo imposible de decir». Anahí realizó un relato detallado de la vida de Sade: Veintisiete años de encierro a lo largo de su vida. Es en el encierro donde realiza un trabajo febril de escritura. Entre las obras escritas destacó: «Alina y Valcour o la novela filosófica», «Justine o los infortunios de la virtud», «Historia de Juliete o las prosperidades del vicio». Liberado en 1790, trabaja en política, preside comités, escribe discursos y ensayos sobre leyes. Arrestado nuevamente en 1793, trasladado en 1801 al Hospicio de Charenton, donde permanecerá hasta su muerte.
Introdujo la pregunta de si Sade fue un pornógrafo, hizo entonces referencia a Barthes y Blanchot, quienes le han dedicado ensayos y lo consideran como el primer gran novelista francés de las letras modernas y no un pornógrafo, por ser un escritor que mezcla los lenguajes, los códigos, alterando la gramática y la sintaxis tanto de las frases como de las relaciones de parentesco; altera las convenciones de la novela.
Abordó a continuación el panfleto «Franceses, un esfuerzo más para ser republicanos» del texto «Filosofía en el tocador», panfleto que le interesara a Lacan para mostrar porque Sade es el reverso de Kant. Nos dice que allí propone la abolición de todo culto, denuncia la connivencia del poder estatal y del poder religioso. Sostiene que si se quiere cambiar la sociedad hay que cambiar primero las costumbres, el hombre debe realizar todas las acciones tendientes a su placer y rechazar las demás. Se manifiesta en contra de que el sexo tenga como único fin la procreación, el fundamento natural del sexo es el placer. Reducción al absurdo de los principios revolucionarios básico de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Intercambiabilidad absoluta de los cuerpos, disponibilidad de los mismos, tabula rasa del goce del otro.
Y sobre todo, dijo Mallol, la aplicación a raja tabla del imperativo categórico kantiano: si la máxima kantiana es: «actúa de tal modo que tu principio pueda ser aplicado a todo el mundo», en palabras de Sade es: «goza de todos y cada uno sea cual sea su sexo; goza de cada parte de tu cuerpo; déjate gozar por todos en cada parte de tu cuerpo».
Considero aquí que lo que Sade hacía era mostrar, en el mismo momento de la proclamación de los derechos del hombre y del individualismo, cuánto hay de imposible y de subjetivo en el goce de cada uno. Relacionó lo que Lacan va a formalizar como el goce de cada quien, es la diferencia absoluta, ahí se juega el ser del sujeto.
Por su parte, Eduardo Suárez tomando como referencia el escrito de Lacan «Kant con Sade», hizo girar su exposición alrededor de dos puntos. Tomó en primer lugar la perspectiva de la ética señalando la articulación que la de Kant con Sade es una genialidad de Lacan. Ubica la serie Kant, Sade, Lacan como aquella que nos permite ubicar la ética del psicoanálisis en ruptura con una ética que se deduzca de principios universales. Entonces, el punto en común de Kant, Sade y Lacan es la posibilidad de pensar un principio, una regla de conducta, social o del analista a partir de un acto y no a partir de una serie de preceptos previos. Señaló además que estas reglas de conducta que podrían deducirse de un acto serían reglas que no se regularían por un principio de bienestar, van más allá del principio del placer.
Citó a continuación un párrafo del texto «Kant con Sade»: «Retengamos la paradoja de que sea en el momento en que ese sujeto no tiene ya frente a él ningún objeto cuando encuentra una ley, la cual no tiene otro fenómeno sino algo significante ya, que se obtiene de una voz en la conciencia, y que, al articularse como máxima, propone el orden de una razón puramente práctica o voluntad.» En base a esto, solo puede fundarse una ética en una razón práctica. Es en el «actúa de modo tal que…» el punto donde Lacan cita que el texto de Sade «Filosofía del tocador», y la máxima kantiana tienen la misma lógica. Situó en la frase «Tengo derecho a gozar de tu cuerpo» el interés de Sade por elevarlo a un principio universal. Es una ética que se dirige a un más allá del principio del placer.
El segundo punto al que hizo referencia Eduardo es la estructura del fantasma sádico. Dijo que esta matematización que Lacan hace allí permite iluminar la clínica de la perversión. Nos recordó que Lacan plantea al fantasma perverso como inscripto de manera inversa al fantasma neurótico; señalando que la tesis de ese momento será que el perverso está ubicado en el fantasma en el lugar del objeto y no del sujeto. Desplegó la lógica del esquema que Lacan hace en dicho texto.
Ubicó que para Lacan el sadismo no es una erotización del dolor, no es una posición anti-ley, sino que lo que Lacan hace es demostrar el punto de fractura de un sujeto en relación a la ley; un sujeto dividido. Por último, habló del sujeto purificado, un sujeto bruto del placer, que podía habitar el campo del goce. Concluyó entonces que este último punto permite instituir un Otro que contemple el campo del goce. Planteó que este intento de ubicar un goce en el Otro no está solamente en relación a la ética sino en relación a la cultura.
Finalizada la exposición de Eduardo Suárez, tomé la palabra para resaltar la importancia de los aportes de Anahí y de Eduardo, en tanto ambas perspectivas arrojan luz a la lectura del texto «Kant con Sade». Luego se produjo un interesante intercambio de aportes que animaron la discusión final.
Carlos Jurado